Nadie dijo nunca que los festivales sean proveedores de justicia. Hay montones de cineastas maravillosos que llevan toda su carrera paseando sus películas por el mundo y jamás han recibido el primer premio de ninguno de los tres grandes certámenes europeos. Y existen pocos miembros en activo de ese selecto grupo de genios malditos más relevantes que Pedro Almodóvar. El desencuentro del manchego con los palmareses empezó aquí en Venecia en 1988, cuando 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' se tuvo que conformar con el premio al Mejor Guion pese a que en esa competición no había otra película a su altura; es por eso que su presencia este jueves en la Mostra tiene para él un significado especial.

"Creo que si vives suficiente, el tiempo acaba por darte la razón", declaraba el director ante la prensa esta mañana, horas antes de recibir un premio en honor a sus cuatro décadas tras la cámara. "Siento que este León de Oro a toda la carrera es ese galardón que no recibí, pero con 31 años de retraso". El felino dorado, ha añadido, se convertirá en su nueva "mascota", y hará compañía a los dos gatos con los que vive

Almodóvar visitó la Mostra por primera vez en 1983, con 'Entre tinieblas', la película a la que él mismo atribuye su lanzamiento internacional. "Recuerdo que el director del festival no quería programarla, le pareció obscena. Pero en la prensa se montó tal escándalo que no le quedó otro remedio". Fue gracias a aquella comedia protagonizada por varias monjas descarriadas y un tigre, recuerda, que empezó a ser consciente de cómo se narra con imágenes; hasta entonces, "no sabía nada de lenguaje cinematográfico. En realidad, mi única obsesión era que se entendiera la historia".

Cuando volvió a Venecia con 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' lo hizo acompañado de las actrices Carmen Maura, Rossy de Palma, Loles León, Chus Lampreave y Julieta Serrano. Su desembarco revolucionó el festival. "Por entonces me sentía muy orgulloso de la España ultramoderna que representábamos. La noche madrileña era interminable, divertida, como una gran universidad en la que yo me formé. España despertaba de una tremenda dictadura de 40 años y lo más importante de aquellos años era que la gente había perdido el miedo". Aunque por entonces no se hablaba de diversidad, la vida era muy diversa. "Todas las orientaciones sexuales tenían cabida en mis películas, y todos mis personajes, fueran quienes fueran, siempre han gozado de una absoluta autonomía moral. Mis películas enseñaban eso y creo que por eso son la evidencia de que vivíamos en una democracia real".

¿Y qué diferencias cree Almodóvar que hay entre esa España "moderna" de hace décadas y la España actual? "Creo que sigue habiendo una España moderna y contemporánea, por supuesto", asegura. "Es tan moderna que tiene lo que cualquier otro país europeo, tiene de todo, incluso algo a lo que se había resistido hasta ahora: un partido de ultraderecha". En cualquier caso, añade: "Aunque es discutible que el calificativo moderno sea la palabra justa".