La moscovita Lilya Litvyak tenía 21 años cuando murió en 1943. El avión que pilotaba desapareció en la batalla de Kursk contra los alemanes, en el este de Rusia. Lilya formaba parte de los tres escuadrones de aviación exclusivamente femeninos que había creado Stalin. Eran las brujas de la noche, nombre también del libro de Lyuba Vinogradova que ahora publica la editorial Pasado & Presente. El apodo se lo pusieron los soldados alemanes, a quienes las aviadoras hostigaban sin descanso, sobrevolando las posiciones enemigas en la oscuridad, con el motor apagado y produciendo un zumbido similar al de las escobas al barrer.

Vinogradova toma como argumento la vida no contada hasta ahora de Lilya para acercarnos a aquel grupo de mujeres, todas jovencísimas y valientes, que pusieron en jaque a la Wehrmarcht y minaron la moral de sus hombres. Lo hace con datos y testimonios inéditos de algunas de las supervivientes, entrelazando victorias, dramas y anécdotas cómicas, como cuando las recién reclutadas tuvieron que vestirse con los enormes los uniformes pensados solo para hombres.

"He querido narrar los dos primeros años la guerra a través de las historias de Lilya y sus colegas", afirma la investigadora en la entrevista concedida a este periódico. "Tuve la enorme suerte de poder encontrar a varias personas que vivieron y participaron en aquellos hechos. Muchas de las pilotos que lucharon ya no están, pero he encontrado otras pilotos, mecánicos y la radio operadora que conoció a Lilya personalmente y que habló con ella cuando estaba en el aire", detalla la autora.

UNA HEROINA NACIONAL En 1941 las tropas alemanas avanzaban hacia Moscú y una aviadora y heroína nacional, Marina Raskova, colaboradora también con las fuerzas de seguridad de Stalin, fue encargada de crear los regimientos aéreos femeninos. Su llamamiento pidiendo voluntarias tuvo una respuesta multitudinaria. "Raskova recibió cientos de cartas de mujeres que eran pilotos experimentados, o principiantes, o aspirantes a pilotos. Todas ellas ardían de ganas de ir al frente, pero en su momento habían sido rechazadas. Raskova las ayudó a realizar su sueño".

Vinogradova, colaboradora de historiadores como Antony Beevor y Max Hastings, mezcla rigor y pasión en un relato sobre los horrores de la contienda y el coraje de Lilya y sus compañeras. "Era mujeres que habían crecido con valores comunistas y morir por la patria les parecía lo más normal, algo que es difícil de entender ahora. Tampoco hay que olvidar que eran muy jóvenes y la muerte les da menos miedo a los jóvenes, porque les parece algo completamente improbable".

Las aviadoras tuvieron también que luchar contra los prejuicios machistas de sus propios líderes, empeñados a ver a las mujeres como el sexo débil. "Ellas no eran feministas, pero eran mujeres que, por primera vez en la historia de Rusia, tuvieron los mismos derechos que los hombres. La contribución de las mujeres durante la guerra fue vital", señala Vinogradova.

MATERIAL DE PROPAGANDA "Evidentemente, los pilotos femeninos proporcionaron un increíble material de propaganda, porque probaban que las mujeres pueden tener tanto éxito como los hombres en la difícil profesión castrense". Su disciplina y determinación a la hora de abatir los aviones enemigos en misiones en las que muchas perecieron no les impidieron disfrutar de momentos de placer. Las mujeres de los regimientos femeninos aprovecharon cada paracaídas de seda capturado a los alemanes para hacerse ropa interior y otras prendas. Tampoco desperdiciaron la más mínima oportunidad, cuando se presentó, de bailar o enamorarse.

El relato concluye con la muerte de Lilya en el verano de 1943. Será ahí donde comience el próximo libro de Vinogradova, protagonizado por los llamados ángeles vengadores, una historia sobre 20 mujeres que fueron francotiradoras durante la guerra. "De esta forma podré relatar toda la guerra, vista con los ojos de las jóvenes muchachas que participaron en ella", asegura en otro párrafo.