Hubo poemas, música y recuerdos, sobre todo recuerdos, que hicieron revivir pasajes de la vida y la creación de cuatro autores vinculados a la ciudad de Badajoz que fallecieron en los últimos meses: el editor, ensayista y profesor Fernando Tomás Pérez (1953-2005); el escritor Bernardo Víctor Carande (1932-2005); el fotógrafo Antonio Covarsí (1951-2006), y el escritor y divulgador del flamenco Carlos Lencero (1951-2006).

Los cuatro fueron recordados ayer en un acto celebrado en el Palacio de Congresos de Badajoz, organizado por la Consejería de Cultura, el ayuntamiento y la diputación. No fue un acto multitudinario, pero, tal y como se anunció, fue un acto sobrio y emotivo, en el que el poeta, editor y traductor Angel Campos Pámpano hizo de maestro de ceremonias y fue dando paso a cada uno de los protagonistas del encuentro, que se hicieron presentes por la voz y las palabras de otros creadores extremeños que mantuvieron una estrecha relación con ellos.

El primero en intervenir fue precisamente Angel Campos, quien recordó la vida de Antonio Covarsí, "una vida marcada por un profundo sentido de la bondad, el humor y la amistad". Se refirió al compromiso de éste con la música, una gran pasión que compartió con todo Badajoz a través de su mítica tienda de música Itaca, su pasión por la fotografía y su fascinación por Lisboa y La Habana.

VIDA Y MUERTE El escritor y editor Manuel Vicente González revivió al polifacético Bernardo Víctor Carande, hombre inquieto y activista cultural que tomó la decisión de aislarse del mundo y construir el suyo propio en la finca Capela, al que definió como "un envidiable intelectual". Por su parte, el pintor Javier Fernández de Molina recurrió a la música para homenajear a Carlos Lencero, autor de libros singulares y uno de los más importantes letristas del flamenco contemporáneo. Escribió para figuras como Camarón, del que hizo la biografía La leyenda del cantaor solitario .

Los momentos más emotivos del acto llegaron con el novelista Julián Rodríguez que con la voz entrecortada describió en primer persona uno de los pasajes más íntimos que vivió con Fernando Pérez: los momentos previos a su muerte.

Los cuatro contribuyeron de forma coincidente y en años comunes al progreso cultural de Badajoz y de Extremadura.