Leake Street era un oscuro y algo sórdido túnel situado en el distrito londinense de Lambeth, junto a la estación de Waterloo. Hoy es probablemente la galería de arte urbano más importante del mundo. El responsable de la súbita transformación tiene nombre pero no rostro. Banksy, el más célebre y huidizo de los grafiteros, el activista del espray, ha reunido a una cuarentena de reputados colegas de diversos países para convertir Leake Street en una irrepetible exposición de graffiti y esculturas. La respuesta callejera a la cercana Tate Modern.

La iniciativa ha sido bautizada con el nombre de The Cans Festival , una broma intraducible que juega con la palabra inglesa can (bote, en este caso de pintura) y la muestra de cine de Cannes. Hasta hoy, los visitantes podrán no solo contemplar las obras expuestas sino también hacer sus propias aportaciones. Existen, eso sí, unas reglas para ello: los grafiteros deberán utilizar plantillas con diseños (quedan proscritos los llamados tags, o firmas) y pintarán solo en los lugares que les asigne la organización, nunca sobre las obras de otros.