En cierta medida la nueva película de Javier Bardem, el documental 'Santuario', es la crónica de su propio fracaso. Lo rodó en colaboración con Greenpeace y junto a su hermano, el actor Carlos Bardem, para usarlo como argumento para convencer a los gobiernos del mundo sobre la necesidad de votar a favor de la creación en el océano Antártico de la mayor área marítima protegida de todo el planeta. No lo logró. "Resulta bastante frustrante", confiesa él acerca del veto que Rusia, Noruega y China pusieron a una iniciativa que habría protegido una de las zonas de mayor biodiversidad de la Tierra de la pesca, la minería, el turismo y otras industrias destructivas. "Porque vivimos una situación de emergencia climática. Si en los próximos 80 años el nivel del mar sube un metro y medio, como parece ser que hará, ¿cuántos millones de personas se verán obligadas a desplazarse? Y no serán unos señores con turbantes, será la población de Manhattan o la del delta del Ebro. Seremos nosotros".

Presentada este jueves fuera de concurso en el Festival de San Sebastián, 'Santuario' contempla cómo los hermanos viajan a la Antártida junto a un grupo de científicos y entran en contacto con una de las regiones más fascinantes de la Tierra. Vemos al protagonista de 'No es país para viejos' (2007) adentrarse en sus aguas a bordo de un submarino y conocer a su animal preferido, el pingüino. La idea, asegura, es aprovechar su rostro conocido para concienciar, hacer un uso responsable de su condición de celebridad. "Me lo debo ante todo como padre", asegura. "Yo soy padre de un niño de 8 años y de otro de 6, y cuando cumplan los 18 o los 20 me mirarán y me dirán: '¿Y tú qué hiciste, por el planeta, papá?'. Y yo al menos quiero poder ser capaz de contestarles que hice todo lo que pude y lo que supe, cuando me dejaron".

Dirigida por Álvaro Longoria -que ya colaboró con el menor de los Bardem en el documental 'Hijos de las nubes' (2012), sobre los campos de refugiados saharianos-, la película asimismo funciona como reflexión sobre el poder de las redes sociales para poner a usuarios de todo el mundo en contacto con tan remoto lugar, de forma inmediata. "Twitter e Instagram son las trompetas de Jericó de nuestros días", opina Carlos Bardem. "Aunque, por otra parte, hacen que quedarnos con la conciencia tranquila nos resulte demasiado fácil. Para apoyar una causa no basta con darle al like". En ese sentido, Longoria añade: "Es como el reciclaje. Cuando consumes una botella de plástico y la echas a un bidón amarillo te sientes bien, pero deberías sentirte mal por haberla usado".

'Santuario' llega a San Sebastián solo un par de días después de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, negara en la Asamblea General de la ONU que el Amazonas esté siendo devastado por los incendios forestales. "Tanto él como Trump, y como toda esa gente, son realmente deleznables", sentencia Javier. "Son militantes del negacionismo y de los intereses económicos de la élite", opina Carlos. "El negacionismo climático, como cualquier tipo de negacionismo, solo se puede entender desde la maldad o la ignorancia. Luego, claro, están los malvados ignorantes, como los Trumps, los Bolsonaros, los Salvinis y los Abascales. Esos son los más peligrosos de todos".