Gracias a Bebo Valdés, el director Fernando Trueba se convirtió en productor musical. Y ganó siete Grammy. Sin embargo, a pesar de los reconocimientos, para él lo único importante es haber hecho varios discos con el gran pianista y compositor cubano.

Ahora Universal Music y Calle 54 Records, el sello discográfico fundado por Trueba en 1999, lanzan el box set Bebo de Cuba, que incluye los álbumes remasterizados El arte del sabor, Suite cubana, El solar de Bebo, Beautiful music, Bebo y Juntos para siempre, así como el disco de temas inéditos El cajón de Bebo. Además, el documental Old Man Bebo, de Carlos Carcas, y un libro exclusivo de 100 páginas repleto de fotografías y textos.

«Ya tocaba; de hecho, vamos con retraso porque todos estos discos estaban agotados, no se podían conseguir y queríamos reeditarlos con mimo. Una vez Bebo me dijo que lo más importante era que, cuando él no estuviera, su música se escuchara. Así que me sentía con la responsabilidad de hacerle un homenaje», cuenta Fernando Trueba.

Trueba conoció a Valdés a raíz de la grabación del documental Calle 54 y el pianista se convirtió en una de las personas más importantes de su vida. Del 2000 al 2007, lo que él llama sus «años Bebo», la colaboración entre ambos fue de lo más fructífera. Películas, discos, viajes, proyectos que supusieron una segunda juventud para el músico, que ya traspasaba la barrera de los 80 años. «Bebo llevó una vida tremenda. Nunca le escuché hablar ni de miedo a la muerte ni de religión. Disfrutaba de cada minuto de su vida con alegría por muy viejo que fuera».

Gran aficionado al jazz

Trueba siempre fue un gran aficionado al jazz, sobre todo al estilo hard be bop y a autores como Lee Morgan, Hank Mobley o Sonny Rollins. Pero, como decía Jelly Roll Morton, «el jazz tiene un elemento latino desde que se inventó». Así que muy pronto se apasionó por los sonidos cubanos. «El jazz me hace feliz porque el arte sin improvisación no es arte. Puedes tener un texto, un guion, pero tiene que haber un momento en el que te tienes que atrever a levantar los pies del suelo y echar a volar, aunque te rompas la cabeza».

En el cine, Trueba intenta aplicar estos postulados, «tener una partitura muy sólida y dejarse llevar por la puesta en escena». Es también lo que ha intentado hacer en su última película, la adaptación de la emocionante novela de Héctor Abad Faciolince El olvido que seremos, basada en el asesinato del padre del escritor en Colombia a finales de los ochenta y que se estrenará con probabilidad en la rentrée otoñal.