El etíope Kenenisa Bekele logró bajo un calor sofocante el doble objetivo con el que llegó a Osaka: se coronó por tercera vez campeón mundial de 10.000 metros y se tomó cumplido desquite de su derrota en los Mundiales de cross ante el eritreo Zersenay Tadesse.

La derrota de Bekele ante Tadesse en Mombasa (Kenia), hace cinco meses, en una especialidad, el campo a través, que le había dado al etíope cinco dobletes consecutivos fue una de las mayores sorpresas del atletismo en los últimos años.

La prudencia no está en el diccionario del eritreo, que desde la salida se puso a tirar a un ritmo medio de 2:44 el kilómetro y fue haciendo la selección del grupo, como si se ofreciera como liebre a los tres etíopes, que se limitaban a seguir su estela. El eritreo pasó los 5.000 en 13:42.98 sin dar el menor signo de fatiga. Gebremariam le dio un relevo en el sexto kilómetro, tal vez con el propósito de aminorar el ritmo, pero inmediatamente Tadesse volvió a la carga. A cuatro kilómetros del final quedaban ocho arriba, entre ellos los tres etíopes y dos kenianos, corriendo al ritmo infalible de 2:45 que marcaba el eritreo.

El grupo se había reducido a cuatro al paso por el octavo kilómetro en 21:54.58. Bekele se emparejó ya con Tadesse, pero quien atacó ahora fue el keniano Martin Mathathi, que destruyó al eritreo con un ataque seco al pasar el noveno mil en 24:35.57.

Bekele flaqueó en la penúltima vuelta pero regresó con Mathathi y con su habitual lugarteniente, Sileshi Sihine, que atacó ferozmente a su maestro en el último 400. La carrera parecía sentenciada en beneficio de Sihine pero Bekele se había guardado el último zarpazo y en la última recta cazó a su amigo y se fue sin oposición en busca de su tercer título consecutivo con una marca asombrosa: 27:05.90, la mejor del mundo este año. Se había consumado la venganza de Bekele frente a Tadesse, aunque el eritreo, cuarto al final, cayó con bravura, sin temor a quemarse tirando a lo largo de ocho de los diez kilómetros.