Que Ben Affleck pasa muchas horas en el gimnasio es algo que salta a la vista en cuanto entra en la habitación. Ni siquiera el discreto jersey negro que lleva puesto disimula el torso cuadrado y los bíceps fornidos del último Batman. También en El contable, la película que acaba de estrenar en España, el guion prescribía sesiones de barras y pesas. Affleck encarna a Christian Wolff, un genio de las matemáticas y un asesino especialista en artes marciales. Su especialidad, como contable forense de organizaciones criminales, es investigar desfalcos, descubrir a los responsables y acabar con ellos. Wolff, hombre de pocas palabras y sin vida social, padece un problema de autismo. «Por un lado es un luchador muy bien entrenado, por otro es un sabio de las matemáticas. Esas dos facetas de su personalidad parecen incompatibles y eso hace que el papel sea algo diferente a lo que he hecho hasta ahora», señala el actor.

Affleck y Gavin O’Connor, el director, hallaron una respuesta entusiasta entre los familiares de personas autistas cuando les presentaron el proyecto. Esa condición del personaje lo hace único. «Ser diferente a los demás no es negativo, te hace más interesante y especial», afirma el actor. Su compañera en el filme, Anna Kendrick, está de acuerdo: «Pasas la vida aterrado por ser tachado de diferente y que alguien te señale, porque se considera que ser diferente es algo negativo».

En el filme, Affleck exhibe una gran parquedad de palabras y emociones. Casi podría decirse que apenas cambia el gesto de principio a fin. Es una interpretación que O’Connor describe como «minimalista» y que contribuye «al misterio que rodea al protagonista», cuya vida es un puzzle que se va reconstruyendo poco a poco. Quien lo expresa todo con solo levantar una ceja es el gran J. K. Simmons (Óscar por Whiplash), convertido en Ray King, jefe del Departamento del Tesoro estadounidense.

ÉXITO EN EEUU / El contable mezcla varios géneros cinematográficos. «Muchas texturas diferentes», apunta el director. Es un thriller, pero al mismo tiempo una película de acción y también un drama. Eso explicaría su atractivo para públicos muy diferentes y el éxito en la taquilla de EEUU. El fin de semana del estreno fue el título de mayor recaudación, con 24,7 millones de dólares (22,6 millones de euros).

Las elecciones son allí el 8 de noviembre y, en varias entrevistas Affleck ha sugerido que quien necesita un buen contable forense para estudiar sus impuestos es Donald Trump. El actor hizo campaña por la candidatura demócrata de Al Gor, y es una persona comprometida políticamente. Sin embargo, asegura, no estaría dispuesto a «llegar tan lejos» como Robert de Niro en lo de querer darle a Trump un puñetazo. «Pero no le apoyo», aclara por si hiciera falta. «Creo que Hillary Clinton va a ganar las presidenciales, pero es la elección más extraña de nuestra época».

Affleck escribe, dirige, actúa y produce. Ha ganado un Oscar como guionista, junto a Matt Damon, por El indomable Will Hunting (1997) y, como productor, por Argo (2012). Su debut como director con Adiós pequeña, adiós fue muy elogiado, incluso por los que no lo tienen en alta estima como actor. Su estilo es trabajar en varios proyectos a la vez. Uno de los que actualmente tiene entre manos es la nueva versión de un clásico de la literatura y el cine negro, Testigo de cargo. Affleck dirigirá y protagonizará el relato de Agatha Christie que en 1957 llevaron a la gran pantalla Charles Laughton, Marlene Dietrich y Tyrone Power. «Estamos buscando cómo hacer una versión más contemporánea y más realista, pero es muy tranquilizador trabajar con una historia sabiendo que funciona, y esta es una historia con mucha fuerza».