Para cuando usted lea esto, es muy posible que nadie en la Berlinale se acuerde ya de The international: Dinero en la sombra , la intriga de acción que ayer abrió la 59 edición de la muestra. Seguramente nadie se habrá tomado la molestia en olvidarla. Simplemente, habrá sucedido, a pesar de que verla proporcionará un ligero y pasajero placer y de que, gracias a algún mago del márketing, llegará aquí convertida en una meditación acerca de la crisis económica. "Siempre me fascinó la idea de hacer un thriller sobre malvados banqueros despojados de responsabilidades morales", afirmó ayer el director alemán Tom Tykwer El perfume: Historia de un asesino (2006) en su encuentro con la prensa. "Lo disparatado es que nuestro miedo a que el público considerara nuestra trama artificial desapareció con los últimos escándalos financieros".

BANCOS CORRUPTOS En concreto, esa trama se centra en un banco que hace negocios con traficantes de armas y dictadores africanos y recurre a asesinos a sueldo para eliminar cualquier obstáculo. Uno de esos obstáculos, aunque no uno cualquiera, es un agente de la Interpol interpretado por Clive Owen. "Quiero dejar claro que la película no plantea que los bancos sean malos. Hablamos de un tipo determinado de banco corrupto y de ciertas manzanas podridas que trabajan en ellos", matizó Rom Tykwer, que hace una década se convirtió en la gran esperanza del cine alemán gracias al aclamado tecnothriller Corre, Lola, corre (1998).

Si The international: Dinero en la sombra no funciona en absoluto es porque no sabe a que quiere parecerse. De hecho, parece tratar de conciliar tres tradiciones distintas dentro del cine de acción. En primer lugar, la de los thrillers psicoconspiratorios, popularizados en la década de los 70 por cineastas como Alan J. Pakula o Sydney Pollack, que reflejaban la desconfiada psicología del pueblo norteamericano tras la guerra de Vietnam y el Watergate. En segundo lugar, la tradición del modelo de héroe de acción moderno que encarnan personajes como Jason Bourne y el nuevo 007, seres tan expeditivos como atormentados y, ante todo, muy terrenales. Y, ya por último, los cartoonescos actioners de los años 80 protagonizados por tipos duros carentes de fisuras pero también de carne y de hueso.

UN TEBEO ULTRAVIOLENTO En ellos parece inspirarse el generoso catálogo de aparatosas y destructivas virguerías que nutre la película y que, en cualquier caso, se percibe intimidado por la responsabilidad o las ínfulas que la narrativa se autoimpone. Aun así, por momentos, la ingenuidad de The International permite confundirla con una parodia, como si en su interior habitara un ultraviolento tebeo como Shoot´Em Up (2007), también protagonizada por el actor Clive Owen. "No me veo como un especialista en supervivencia a tiroteos dramáticos", afirmó ayer el actor, a pesar de que parece haberse hecho un hueco dentro del género y que a eso básicamente se dedica con solvencia durante toda la película.

"Elijo mis papeles por el director que hay detrás, y esta vez le tocó a Tykwer", añadió Clive Owen, tras tomarse con humor las repetidas comparaciones acerca del parecido físico que existe entre él y el realizador. Las ruedas de prensa de festivales de cine son así.