El aragonés Luis Buñuel, uno de los directores más innovadores e influyentes de la historia del cine, murió en tal día como ayer hace 35 años. Y para indagar más en la mente de una figura fascinante la Biblioteca Nacional de España (BNE) invita al público a visitar el «tesoro» que guarda y que recorre su obra. Películas, cartas, libros, guiones o ensayos sobre el cine de Buñuel (Calanda, 1900) forman parte de los fondos de la biblioteca, destino obligado para todo aquel que quiera adentrarse en la labor del primer director español en ganar un Oscar.

Entre ellas destaca la obra autobiográfica Mi último suspiro, en la que describe cómo entró en el cine gracias a la afición que le persiguió desde su infancia, el teatro, y cómo puso en imágenes las experiencias vitales que le marcaron desde su niñez en Zaragoza.

Con 17 años, Buñuel viajó a Madrid para continuar sus estudios y vivir, durante 7 años, en la Residencia de Estudiantes, donde descubre el infinito mundo de las vanguardias.

Allí se introdujo especialmente en el ultraísmo, movimiento caracterizado por su oposición al modernismo y a la Generación del 98, conviviendo con intelectuales y artistas como Alberti, Lorca o Dalí. Durante esa etapa, publicó poemas en revistas como Horizonte o Vltra, que se encuentran disponibles en la hemeroteca digital de la BNE. Más tarde, en 1925, se trasladó a París como secretario de Eugenio D’Ors, donde tomó la decisión vital de convertirse en cineasta tras ver Las tres luces, de Fritz Lang.

Será poco después cuando cree una de las piezas más significativas del cine surrealista, considerada por muchos su obra maestra, El perro Andaluz, que contó con la colaboración de Dalí y cuyo guion y cinta, publicados en 1947, también se encuentran en la institución. No obstante, Buñuel abordó diferentes tipos de discursos, como se refleja en el documental Las Hurdes, Tierra sin pan, presentando un punto de vista comprometido con la realidad social.

Tras la guerra civil se exilió a Estados Unidos y México, donde murió en 1983.