Hace unos días le pidieron al inglés Gerald Martin que describiera una "anécdota inolvidable" de las que había vivido durante los casi 20 años que se había dedicado a seguir la sombra de Gabriel García Márquez. El biógrafo --"tolerado", según sus propias palabras-- del escritor colombiano, un convencido de que su libro robustece el mito del autor caribeño, recordó un día de principios de los 90 en que se encontraba en la casa del nobel en Aracataca, en la habitación donde supuestamente había nacido, y revivió el momento en que se presentó "un hombrecito, vestido como Sancho Panza", que a la pregunta de si conocía a García Márquez respondió: "No lo conozco, pero él me conoce a mí".

ANTES DEL CUMPLEAÑOS El hombrecito resultó ser un músico, el compositor del himno del carnaval de Barranquilla, pero quizá lo más significativo de la respuesta es que le permitió a Martin rematar con esta frase: "Cuando uno estudia a García Márquez, empiezan a pasar cosas". ¿Cosas? "Cuando llegué a Cartagena en 1991 --recuerda el biógrafo-- no tenía por qué necesariamente llegar un día antes del cumpleaños 88 de la madre de Gabo, y no era necesario que su esposa Mercedes estuviera allí, ni tampoco que Jaime García Márquez me invitara. No era necesario que su hermano Gustavo se encontrara en Bogotá durante mi siguiente visita, y tampoco que estuviera justamente planeando un viaje a Maicao (Caribe colombiano), y no era necesario que los hermanos de Gabo estuvieran desperdigados en cada ciudad por la que pasamos, y no lo era que acabáramos todos juntos embarcados en una gran odisea por la Guajira". Esa clase de cosas.

Un poco de ese calibre son las anécdotas que ha recolectado Martin desde que a principios de los 90 se impuso la tarea de escribir la biografía del nobel colombiano. "Le dije a mi editor que la tendría lista en cuatro años. ¡Ja!". El académico inglés, autor de un volumen de literatura latinoamericana del siglo XX y de dos trabajos sobre la obra de Miguel Angel Asturias, tardó casi dos décadas en terminar la biografía, que tituló Una vida y hace un año publicó en inglés (ahora llega en castellano en Debate).

Al final fueron tantos años siguiendo la estela del escritor, tantas las horas consagradas y tal la intensidad del compromiso (entrevistó a 300 personas) que el día en que cayó enfermo --tenía 40% de posibilidades de vida-- empezó a hacerse preguntas. "Me dije: ´Vas a morir y la muerte te va a sorprender escribiendo sobre otra persona, hipotecando tu propia vida. ¿Por qué lo estás haciendo? ¿Por ambición, por zalamería?´. Lo pensé mucho y al final llegué a la conclusión de que sí, de que valía la pena, porque García Márquez es el representante del continente que me fascina, que me ha fascinado desde que tenía 15 años y en el que a través de las lecturas he vivido casi más que en mi propio país. Creo que al final debo haber perdido unos cinco o seis años de mi vida totalmente obsesionado con García Márquez, pensando en él, escribiendo sobre él. Algunos dirán que es tonto, pero creo que no es tan tonto como parece".

SU ACTIVIDAD POLITICA Entonces habían pasado seis años desde que Martin le había dicho a su editor que tardaría cuatro años, y ya sabía que tardaría mucho más. "A partir de cierto momento decidí tomármelo como una gran aventura. Gabo, a pesar de los tópicos que suelen describirlo, es un hombre sumamente complejo, y lo que yo he tratado de hacer es comprender su personalidad profunda y escondida y tratar de relacionar eso con su producción literaria, con su vida pública y su actividad política, de manera que todos esos niveles confluyeran. Desentrañar esos tejidos ha sido muy complicado, y es una de las razones por las que el trabajo se ha prolongado tanto".

"Finalmente, en el 2006 me enteré de que la Real Academia iba a homenajear a Gabo en Cartagena por su 80º cumpleaños. Y me dije: este es el momento. Ese homenaje era como un cuento de hadas, el final feliz que yo quería que tuviera mi libro. Un final temporal, tratándose de una biografía, pero feliz".

En ese esfuerzo por hacer confluir en una sola todas las líneas vitales del nobel, Martin ha hecho interpretaciones de sus obras que ni siquiera el propio escritor comparte. "Primero llegaba a mis propias conclusiones y luego hablaba con él y con gente de su entorno para confirmar. Y no siempre le creía a Gabo cuando me decía que tal cosa no tenía que ver con tal otra".