Prometía ser uno de los estrenos de la temporada y ha acabado cosechando críticas solo ligeramente más positivas que Niños grandes 2 . Todos coinciden en que Diana , crónica de los dos últimos años de vida de la princesa de Gales tras su divorcio de Carlos de Inglaterra --recién llegada por la puerta de atrás a los cines españoles--, recurre a todos y cada uno de los clichés de las biografías cinematográficas o biopics: diálogos agarrotados y poco realistas, una visión sensiblera del mundo y una tóxica necesidad de reverenciar a su protagonista. Y la actriz Naomi Watts no ha salido mejor parada.

De hecho, casi todos los biopics estrenados este año han resultado ser tragedias, pero no exactamente por los hechos que relatan. Por poner solo unos ejemplos, tanto Hitchcock como Jobs como El quinto poder --relato de cómo Julian Assange sacudió la política internacional al frente de Wikileaks-- han sufrido rotundos tropiezos en la taquilla. Y, a pesar de ello, nuevos biopics seguirán llegando, y con una frecuencia jamás vista hasta ahora.

Solo en las próximas semanas se estrenarán en España 12 años de esclavitud , basada en la autobiografía de Solomon Northup; El lobo de Wall Street , en la que Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio adaptan las memorias del tiburón de las finanzas Jordan Belfort; Mandela , del mito al hombre, que repasa la vida y milagros del líder antiapartheid y expresidente de Sudáfrica; The grandmaster , retrato del maestro del kung fu Ip Man a cargo de Won Kar Wai; y Al encuentro de Mr. Banks , que relata cómo Walt Disney peleó por adquirir los derechos del libro de P.L. Travers en el que se basa Mary Poppins (1964).

Y eso es solo el principio. Poco después veremos a Daniel Radcliffe convertido en el poeta beat Allen Ginsberg en Kill your darlings , a Kevin Kline en la piel de Errol Flynn en The last of Robin Hood y a Anne Hathaway encabezando el reparto de The life of Judy Garland . Ben Foster dará vida a Lance Armstrong a las órdenes de Stephen Frears y Jamie Foxx hará lo propio con Martin Luther King para Oliver Stone. Michael Douglas será Ronald Reagan y Christoph Waltz será Mijail Gorbachov en Reykjavik, sobre la célebre cumbre de 1986. Grace Kelly, Linda Lovelace, Steve McQueen, Pelé, Mauricio Gucci, Stephen Hawking, Philip K. Dick... todos ellos tendrán muy pronto su vida higiénicamente empaquetada en tres actos.

Porque generalmente es eso a lo que queda reducida una biografía cuando se convierte en un biopic : una sucesión de episodios estereotipados que incluyen un trauma de infancia en el que el personaje sufre un trágico incidente que le provoca una herida psicológica que servirá para explicar posteriores miserias; el éxito temprano; la caída en desgracia; el periodo en el infierno y, finalmente, el propósito de enmienda y la redención final.

No hay biopics que se ajusten de forma tan cómoda a esa horma como los centrados en el mundo de la música, y quizá eso explique por qué se han rodado tan pocos desde En la cuerda floja (2005) --eso y el descenso estrepitoso de las ventas de discos y, por tanto, también de bandas sonoras--. Pero el estreno en el pasado Festival de Toronto de All is by my side , sobre los inicios artísticos de Jimi Hendrix, marcó el fin de la sequía: sendas películas sobre James Brown, Nina Simone, Iggy Pop, Louis Armstrong, Brian Wilson, su hermano Dennis Wilson, Tupac Shakur, Janis Joplin y Marvin Gaye se hallan en diferentes fases de producción. Tom Hardy dará vida a Elton John en Rocketman. Y, tarde o temprano, los exmiembros vivos de Queen le encontrarán un sustituto a Sacha Baron Cohen para el biopic sobre Freddy Mercury que están produciendo.

La pregunta es obvia: ¿por qué tanto empeño en producir estas películas si luego no funcionan en taquilla? En primer lugar, tal vez los estudios crean que el público recurrirá a los biopics para saciar su creciente obsesión colectiva por las celebridades. Quizá piensen que, dado que imaginar mundos lleva tiempo y sumergirse en ellos requiere atención, y que nuestra adicción a los smartphones nos ha restado capacidad para prestarla, tal vez lo más fácil para todos es dar y recibir películas sobre gente a quien ya conocemos.

Una última razón es que a la Academia de Hollywood le encantan los biopics . En la última decada, seis de los Oscar a la mejor actriz y cinco al mejor actor han ido a parar a películas basadas en gente real, que también se han hecho con dos de las tres últimas estatuillas a la mejor película. Por eso, no nos quepa duda de que Al encuentro de Mr. Banks , y Capitán Phillips , y 12 años de esclavitud , estarán el próximo febrero entre las candidatas. Ahora bien, ¿estará también Diana ? Casi mejor no apueste usted por ella.