Brooke Astor es una habitual de la alta sociedad neoyorquina que practica la filantropía casi tanto como las fiestas. O más bien practicaba, porque la mujer cumplió 105 años ayer y ya no está para muchos trotes. Su fortuna es tan legendaria como el apellido que la acompaña desde que en 1953 se casó --por tercera vez-- con Vincent Astor, cuya rica familia fue la fundadora del hotel Waldorf-Astoria, y cuyo apellido da nombre a muchos pueblos americanos, a plazas como Astor Place en Manhattan y Astoria en Queens.

Cuando Vincent murió dejó 45 millones de euros a su fundación y la misma cantidad a su esposa, con la que estuvo casado seis años. Ahora Brooke tiene más de 98 millones en bienes, según el inventario encargado por su guardián permanente, J. P. Morgan Chase. Un documento que no habría salido a la luz de no ser por la batalla legal que enfrenta a sus familiares. Concretamente, a su hijo Anthony Marshall, de 82 años, y a su nieto Philip, de 53, que acusa a su padre de desatender a la anciana y usar su fortuna para enriquecerse. Cuando Philip lo denunció en julio, el Daily News reveló detalles como las sórdidas condiciones de Brooke Astor durmiendo en un sofá con orines.

PATRIMONIO Los bienes de la señora ocupan 12 páginas de inventario. Entre ellos figuran el dúplex de 12 habitaciones de Park Avenue --18 millones-- y la finca en Briarcliff Manor (Nueva York), valorada en 17. Tiene otros 7,5 millones en joyas, muebles y obras de arte; 17 en acciones; 6 en bonos del Estado; 35 en fondos, y 0,9 en metálico. Tras la denuncia que sacudió al barrio neoyorquino de Upper East Side, un juez decidió que Anthony dejara los asuntos de su madre --por lo que recibía 1,7 millones al año-- y nombró a Annette de la Renta --la mujer del diseñador Oscar de la Renta-- como su guardiana temporal.

Tanto De la Renta como David Rockefeller y Henry Kissinger firmaron la denuncia junto a Philip Astor. Pasó entonces un tiempo en el hospital y después en la casa de campo de Annette.

Con J. P. Morgan como guardián permanente, el abogado de Anthony dice que el inventario demuestra cómo su cliente manejó correctamente las propiedades de su madre. "Los bienes líquidos han pasado de 14 a más de 60 millones en 25 años", afirma. Pero el daño ya está hecho. Y aunque el juez no encontró sustento en las acusaciones de abuso, pocos creen a Anthony, obligado a desentenderse de la fortuna y a devolver las joyas que tanto gustan a su mujer.

Falta conocer el contenido del testamento para saber cómo acaba esta batalla que constituye también una historia de padres despegados: Brooke, la gran anfitriona y benefactora , nunca fue la mejor madre del mundo, tal y como ella misma reconoció en sus memorias. Anthony tiene muy poca relación con sus hijos gemelos, Philip y Alec. E incluso la madre de Vincent Astor, Ava, dejó olvidado a su vástago en un vestidor. El mayordomo lo encontró llorando.