Un beneficio inesperado del alto el fuego de ETA ha sido la tregua que nos han dado los programas del corazón, que el miércoles fueron acortados o suprimidos por el empuje de la información genuina. Ayer volvieron a las prácticas forenses, aunque sin prestar la debida atención a una de las figuras cardinales del siglo, la duquesa Camila, que vive la indefinición de ser considerada al mismo tiempo un personaje del Tomate y del telediario.

Camila continúa en Egipto con el príncipe Carlos, que es ese hombre que la acompaña. Sin embargo, las últimas noticias llegan de Londres. Después de saber que Camila y Madonna son primas lejanas --¡temblarán los genealogistas cuando descubran que Isabel II es tía de Raphael!-- y están hermanadas por el cabello y sus cuidados, las agencias informan que la duquesa se ha apuntado al Instituto de la Mujer, célebre por su calendario de señoras maduras en pelotas que dio argumento a una película.

Que los camilistas respiren desahogados: no es obligatorio desnudarse para ser aceptada por la organización, aunque sería fantástico que Camila contribuyese a la causa dejándose retratar, pongamos en abril, mes de su boda, con el ramo de flores --debidamente secado-- con el que se casó, el cual le taparía las partes íntimas. O con un cactus, como crítica vegetal a la suegra.

El pasado junio, Camila conoció a seis de las strippers y se quedó impresionada, según comentó la presidenta de la institución, Judi Mason-Smith, que ha descartado el desnudo: "No creo que ella siga sus pasos". Error. La monarquía sólo será popular si uno de sus miembros es aceptado, en papel cuché, en la cabina de un camión.