La Berlinale desplegó ayer su alfombra roja para dos ex presos de Guantánamo presentes en el festival de la mano de Michael Winterbottom y su nuevo exponente de cine denuncia, Camino de Guantanamo , acompañando la desesperanzadora visión de Irán que es Zementan , de Rafi Pitts.

Winterbottom regresó a Berlín, tres años después de llevarse el Oso de Oro con In this world , determinado a plasmar en buen cine una realidad que clama justicia inclusive ya desde el edificio de la ONU: la ilegalidad de la cárcel construida por EEUU en territorio cubano.

Los antiguos presos arrancados de las jaulas de Guantánamo son Ruhel Ahmed y Shafiq Rasul, dos de los cuatro británico-paquistaníes que en septiembre de 2001 salieron de Birmingham en dirección a Karachi para asistir a la boda de uno de ellos. De Pakistán pasaron a Afganistán siguiendo la llamada de un imán "para ayudar a nuestros hermanos en su dolor", explicó Rasul.

Empezó un largo viaje de Karachi a Kandahar, luego a Kabul, a Kunduz, hasta caer prisioneros de la Alianza del Norte, primero, y de EEUU, después. Camino de Guantanamo fusiona los testimonios del trío de muchachos paquistaníes, más escenas rodadas con actores que muestran el genio de Winterbottom para convertir la ficción en documento, e imágenes de televisión sobre los bombardeos de Afganistán.

Camino de Guantanamo no fue el único testimonio de la jornada. Zemestan presenta un paisaje de la más absoluta pobreza, con un protagonista, andando de arriba abajo, junto a una vía de un tren, en busca de trabajo, una esposa, una simple perspectiva.