Paloma, la protagonista de La caricia desnuda (Ediciones B), tiene 14 años, está obsesionada con el músico Pete Doherty, ex de Kate Moss, y está a punto de dejar de ser virgen. Y opina que "no deberían leerles cuentos de hadas a las niñas" y que hay demasiadas "chiquillas con sobredosis de princesas".

Su creadora, Carmen Bramly, desde sus 16 recién cumplidos y, pese a una patente timidez, abandera sin dudar esta cruzada. "Engañan a las niñas y les enseñan a esperar a un príncipe que no va a llegar".

¿Cuando descubrió que Disney le había mentido? "Cuando volví a ver la película Blancanieves el año pasado". Literariamente precoz, la novela de esta joven parisina, especie de diario íntimo de una adolescente, llega a España precedida de revuelo en Francia. "Creo que se debe a mi edad y al tema del libro, que trata de una chica que pierde la virginidad y no de la manera más alegre del mundo".

A discreta distancia de ella se sienta su silencioso padre, el escritor Serge Bramly, ganador del Interallié 2008, cuya vigilante mirada alza de vez en cuando del libro que tiene entre manos. El no la ha influido a la hora de escribir, asegura ella, que sorprendentemente no sabe, ni quiere saber, qué opinan sus padres del libro.