Aunque las grandes canciones de Oasis llevaran la firma de Noel Gallagher, su hermano Liam ha acabado percatándose de que, cuando un grupo importante se rompe, quien tiene más números para capitalizar su estela es el cantante. Suyo es el instrumento primario, la voz, que siempre nos traerá a la memoria las glorias pasadas cuando escuchemos las canciones de estreno. Acogiéndose a ese feliz descubrimiento, Liam Gallagher pisa gas en su misión de sonar a Oasis sin ser Oasis.

Why me? Why not es su segundo disco en solitario, dos años después del meritorio debut As you were, en el que hizo saber al mundo que etiquetarlo a título crónico como el bocazas y el segundón era una injusticia que convenía reparar. Liam deja las aventuras sónicas y los intentos de renovación para su hermano (que juega con la electrónica y la sicodelia en sus álbumes con High Flying Byrds) y trata de entregar canciones que podamos situar en el carril mental del Oasis.

Es decir, temas, a su vez, que beben de las fuentes sagradas: The Kinks, The Who y los Stones, y el glam, y la excitación del más remoto rock and roll... y, por encima de todos, los Beatles tardíos, tanto los más asociados a Lennon (los títulos de dos dibujos suyos, Why me y Why not?, construyen el de la canción central del álbum) como el menos divinizado McCartney. El álbum comienza pisando fuerte: Shockwave, rock cazurro con armónica humeante, zancadas a lo Gary Glitter, clamor tribal para encender la mecha en el estadio.

El álbum se va luego a otro extremo, a la perfumada One of us, evocando al acto la versión más envolvente de Oasis. Con causa: Liam se dirige ahí a Noel y le reprocha ese distanciamiento que dura ya diez años. «Haz como si no te acordaras, / dijiste que viviríamos para siempre» (alusión a Live forever). Hay nostalgia en la siguiente pieza, más suave todavía, Once, aunque todo apunta aquí a un episodio de romance.

Mirando hacia atrás con más serenidad que ira, Liam construye un notable álbum de factura clásica, firmando la composición con sus tres productores, tipos expertos en hits (Greg Kurstin es el coautor de Hello, de Adele), en el que destila sus enseñanzas de siempre y transmite liberación y seguridad en sí mismo: hay que destacar el refrescante ajetreo de Now that I’ve found you, el frenético piano con ecos honky tonk de Halo, y la contagiosa sencillez de Be still y Gone.

Los experimentos, aunque con gaseosa, acompañan dos apreciables piezas de tono más grave, la propia Why me? Why not y ese Meadow con puntos de fuga hacia unos Beach Boys introspectivos. Y por encima de todo, está esa voz identificable en el acto, que hace de su aspecto desprendido una virtud, capaz de sonar a la vez altiva y cálida, y que nos susurra entre líneas: «después de todo, el alma de Oasis soy yo».