Al menos en dos ocasiones viajó Jaime Gil de Biedma a Extremadura. La primera, en 1960, y la segunda en 1968. Lo refiere él mismo en una carta dirigida al diplomático Gustavo Durán recogida en El argumento de la obra , un volumen que recopila la correspondencia del autor de Moralidades .

La lectura de este conjunto de cartas (todas escritas por él) trazan una especie de biografía del poeta entre 1951 (año de la primera misiva, a Carlos Barral) y 1989 (año de la última, a su primo Santiago Gil de Biedma, meses antes de la muerte del escritor).

En la carta extremeña , una veintena de líneas, señala que el viaje realizado durante seis días de sus vacaciones de agosto fue "dichoso a pesar del agobiante calor". Gil de Biedma menciona Cáceres, Plasencia, Guadalupe, Trujillo y, especialmente Yuste, que impresionó al poeta. "Indiscutiblemente, es un lugar que tiene aura, pálpito misterioso", escribe a Durán, uno de sus grandes amigos.

El lugar donde se retiró Carlos V le recuerda una descripción que hace Borges en El jardín de los senderos que se bifurcan de una caminata por la campiña inglesa.

El regreso desde Extremadura a Avila, donde su familia tenía una casa de campo, lo hizo por Plasencia, siguiendo el río Jerte, "que es una de esas maravillas de umbría y agua resonante --´los valles solitarios, nemorosos´-- con que uno se topa inesperadamente en el centro de España". Esta es una muestra de las más de 250 cartas reunidas en este libro, que descubren otro Gil de Biedma, junto al que muestra la película El cónsul de Sodoma , la biografía de Miguel Dalmau o Luis Antonio de Villena en Retratos (con flash) .

Sus envíos contienen datos biográficos, que lo muestran educado, elegante, confidente, cercano, pudoroso (aunque mencione su condición homosexual y a sus amantes). Pero también constituyen una especie de taller del poeta, que va construyéndose y modificándose al hilo de sus lecturas (de Guillén, de la lírica inglesa, de la medieval...).

Su testimonio personal va entreverado de informaciones sobre amigos, conocidos, sobre el país y su dictadura. Su tono sobrio, irónico, dan a estas cartas una impronta estética y constituyen una prolongación de sus poemas.