Judi Dench y Cate Blanchett logran lo más difícil: desdibujar la ficción hasta que no queda ningún trazo que las separe de esas dos atormentadas profesoras que aparecen en pantalla. Ambas sobrecogieron ayer al público de la Berlinale con el espléndido vuelo interpretativo que brindan en Notas de un escándalo . En ella, el cineasta británico Richard Eyre propone una interesante reflexión sobre las sombras que oscurecen al ser humano cuando emerge la soledad extrema.

Esta película consolida a Dench, que también opta al Oscar, como una diva de la escena. Es impresionante la ferocidad con la que se apodera de una vieja, maligna e inteligente maestra torturada por una existencia vacía, un ave rapaz a la que le atraen las mujeres que, al igual que ella, se asoman demasiado al abismo de la soledad.

En esa búsqueda depredadora se fija en la atractiva profesora de dibujo que entra en la escuela, una madre de dos hijos que, en apariencia, tiene todo lo que pudiera desear. Blanchett, con esa belleza extraordinaria, se crece al lograr que el espectador entienda todo lo que la empuja a acostarse con un alumno de 15 años. Blanchett considera que lo que mueve a su personaje "es la autodestrucción".

Para Dench, que ya había trabajado con Eyre en Iris , donde encarna a la novelista Iris Murdoch, cuando sus facultades estaban dañadas por el Alzheimer, descubre su predilección por personajes desagradables. "El reto está en convertirlos en humanos, y el público no sienta rechazo. Todo lo contrario". Al contrario que ellas, André Téchiné recibió una discreta acogida por Les témoins , relato sobre la irrupción del sida.