Hace unos 10 años, Catherine Millet, directora de la más prestigiosa revista de arte francesa, se atrevió a firmar uno de los ejercicios más extremos en la indagación de la propia sexualidad. Escandalizar, en un país que como Francia elevó el libertinaje a la categoría de arte y tiene en el podio de sus maestros al marqués de Sade, tiene su mérito. Tras La vida sexual de Catherine M. , el rigor aplicado a un tema tan vidrioso como el de la sexualidad en sus más variadas acepciones, Millet, 61 años, publica Celos (Anagrama) que cultiva la misma mirada entomológica frente a una actividad más extendida que participar en orgías.

Millet ha venido a Barcelona para explicar --con la distancia expositiva de una clase magistral-- que de lo que realmente se siente avergonzada es de los sentimientos que despertó en ella el descubrimiento de que su marido, el escritor Jacques Henric, le era recíprocamente infiel, a cuyo análisis pormenorizado dedica este libro. Para la autora hay que leer Celos como la cara B de su anterior novela (¿o habría que llamarla ensayo?). En sus 250 páginas se remonta a la infancia y primeras experiencias sentimentales.