Entre polémico y absurdo hay que considerar el fallo del jurado de la 53 edición del festival de San Sebastián, clausurada anoche. La Concha de Oro a la mejor película fue para la checa Stesti (Algo como la felicidad) , un drama escrito y dirigido por Bohdan Sláma. El premio al mejor director se otorgó al chino Zhang Yang por Girasol . Ambas cintas tuvieron más galardones. La única decisión que puede considerarse acertada fue la de dar el Premio Especial del Jurado a la argentina Iluminados por el fuego , de Martín Bauer, que retrata con dureza y verismo la guerra de las Malvinas y sus devastadores efectos posteriores.

Antes de dar lectura al palmarés, Anjelica Huston, presidenta del jurado, precisó que el fallo había sido adoptado "por mayoría". O sea, que no hubo unanimidad, lo que da pie a pensar en posibles soluciones de compromiso. El resto del jurado lo formaban Verónica Forqué, el escritor Antonio Skármeta, la directora danesa Lone Scherfig, el realizador francés Claude Miller, el actor italiano Enrico Lo Verso y el director artístico y decorador Dean Tavoularis.

WINTERBOTTOM, EL MEJOR Pocas dudas había entre cronistas, críticos y público de que la mejor de este certamen era A cock and bull story , una inteligente y deliciosa comedia de Michael Winterbottom, interpretada por un par de actores que están sublimes. Pero el jurado se olvidó de de esta cinta cuando votó.

En el capítulo de la mejor interpretación femenina el galardón fue para la checa Ana Geislerová por su esforzada actuación en Stesti , la película ganadora. Hace un trabajo correcto, pero con pocos registros, casi siempre como una misionera en un ambiente hostil y deshumanizado. Más justo hubiera sido darle el premio a la niña Jodelle Ferland por su asombrosa interpretación en Tideland , de Terry Gilliam. Este alucinado filme sólo logró el premio Fipresci, de la crítica internacional.

Como mejor actor se eligió a Juan José Ballesta por su trabajo en 7 vírgenes . Otra decisión discutible, que puede entenderse como un gesto de condescendencia con el país anfitrión. Ballesta lo hace bien, pero siempre dentro del registro interpretativo que le lanzó a la fama en El bola . El mismo lo reconoció hace unos días. Había otros actores con más méritos para hacerse con el galardón, como los dos británicos del filme de Winterbottom (Steve Coogan y Rob Brydon) o el francés Patrick Chesnais, por Je ne suis pas l pour ªtre aimé , también muy bien considerada y que se fue de vacío.

OTROS PREMIADOS El chino Jong Lin recibió el premio a la mejor fotografía por Girasol , cinta que también logró la Concha de Plata al mejor director, Zhang Yang, que ya consiguió en 1999 el premio al mejor director por La ducha . La fotografía es depurada y descriptiva, pero la supera en riesgo y calidad la de Walter Carvalho en O veneno da madrugada , de Ruy Guerra. Girasol tiene un planteamiento similar al de otras películas orientales recientemente vistas en otros festivales: a través de la tensa relación entre padre e hijo, se pasa revista a los cambios políticos y sociales del país durante tres décadas.

Finalmente, otro galardón poco afortunado, el del mejor guión, que fue a parar al alemán Wolfgang Kohlhaase por Verano en Berlín , una comedia costumbrista, dirigida por Andreas Dressen, que tiene como heroínas a dos mujeres maduras y con problemas sentimentales. Tanto la realización como el argumento son simplistas. Hubo parte del público que rió con ganas y otra parte que puso cara de circunstancias. Sin duda el jurado pertenecía al primer grupo.

A pesar de estar en desacuerdo con el palmarés hay que matizar que la película ganadora, Stesti , tiene sus méritos. Expone con crudeza y cierta exageración los problemas humanos en un barrio pobre, con personajes que rozan lo marginal. Su director, Bohdan Sláma, señaló que no le preocupa la estética cinematográfica, que es un aspecto secundario: "Una película ha de ser una muestra de expresiones humanas". Declaración de intenciones que tuvo recompensa.