A las puertas del Kodak Theatre, en Hollywood Boulevard, la actividad es frenética. Los 152 metros de alfombra roja que mañana serán el mayor escaparate de cine, fama y moda del mundo, están desplegados, cubiertos por un plástico para protegerla de la lluvia que chispea en Los Angeles y de los turistas que recorren el pequeño fragmento abierto al público y se toman fotos imitando poses de estrellas. Las calles adyacentes están cortadas al tráfico. Las gradas para los fans, levantadas. En la superficie, todo es igual que otros años. En el fondo, sin embargo, esta 80 edición de los Oscar es diferente. Por una vez, las películas de autor, y no las más taquilleras, son las que pugnarán por el gran premio.

El ambiente durante meses ha sido sombrío en un Hollywood amenazado por la posibilidad de que la huelga de guionistas obligara a mantener abajo el telón. Cuando el paro acabó, la Academia, estudios y nominados pisaron el acelerador. Y Jon Stewart, que por segundo año vuelve como presentador, solo ha tenido 10 días para preparar con los escritores el guión que le ayude a mantener la ceremonia.

EL RETO DE STEWART El reto de Stewart es importante, porque deberá intentar entretener por televisión a millones de espectadores que no han visto en salas muchas de las películas que se van a premiar. De las cinco aspirantes a mejor película, solo Juno ha recaudado más de 100 millones de dólares. Por número de nominaciones, este puede ser el año de los hermanos Joel y Ethan Coen y No es país para viejos , la película que ha convertido en nominado como actor de reparto a Javier Bardem. Y el potencial triunfo de los Coen (o de su principal rival, Pozos de ambición , dirigida por Paul Thomas Anderson y también candidata a ocho premios) es el máximo exponente, aunque no el único, de un giro en los Oscar.

Este año la industria se ha olvidado casi del todo a la hora de los Oscar de sus mayores éxitos de taquilla (Spider Man 3 , Transformers o Los Simpson ). El cine de autor es este año establishment . Dominan las películas de temas oscuros, relevantes, contadas de una forma en la que Hollywood no suele contar historias. Y cuatro de las cinco aspirantes a mejor película se han filmado en los márgenes de los estudios.