El cine de Michael Haneke se sustenta sobre la anomalía. No hay atisbo de humor en las relaciones de sus personajes y su mirada sobre ellos es glacial. No se espere emoción, armonía o sosiego. Detrás de sus planos siempre aguarda una amenaza que generalmente se cumple en la violencia, a veces en una violencia atroz, insoportable, como conocerán los espectadores de ´Funny games´ o ´La pianista´. Sea en el presente o, como en ´La cinta blanca´, en el pasado. Se ha escrito que esta película, que hoy proyecta la Filmoteca de Extremadura en su sede de Cáceres dentro de su ciclo de cine europeo, es una disección de los orígenes del nazismo a partir de la educación recibida por la generación de alemanes que votarán entusiastas a Adolf Hitler y al nazismo en la década de los 30. Como en otros títulos del director austríaco, su trama se desarrolla a partir de pequeños indicios de anomalías: un pueblo pequeño durante los años previos al estallido de la primera guerra mundial del pasado siglo donde aparentemente nunca pasa nada, un orden férreamente sometido por los padres y de repente, algo que desaparece, una rebelión estudiantil, una fiesta de boda truncada... que conduce al espectador hacia la violencia.