Wayne Wang, de negro, reía alzando el brazo al aire tras saber que su película Mil años de oración se lleva la Concha de Oro. Su magistral relato sobre la dificultad de expresar sentimientos recibió anoche el máximo galardón que concede el festival de cine de San Sebastián, y también un ovacionado reconocimiento para Henry O, ganador del premio al mejor actor por la conmovedora habilidad con que se apodera de ese jubilado chino que llega a un país extraño para ayudar a su hija, y en ese intento de protección acaba enfrentándose al pesado bagaje de la represión cultural.

Los aplausos que acompañaron el caminar de Wang impresionaban. Pocas veces una Concha de Oro fue tan bien recibida. La concesión significa además la reconciliación del cineasta de Hong Kong con Paul Auster, con quien compartió Smoke y con quien no se hablaba desde hacía siete años tras una disputa. El venerado escritor presidía un jurado que, según contó durante la lectura del palmarés, no tuvo ninguna duda de que Mil años de oración era la mejor: "Una decisión dulce y unánime".

PREMIO PARA ESPAÑA Blanca Portillo también recogió una cosecha excelente gracias a su no menos brillante interpretación en Siete mesas de billar francés y se llevó el premio a la mejor actriz. Tenía razón Maribel Verdú al expresar el miedo que tuvo cuando se enteró de que su contrincante en la película sería ella. El duelo actoral que emprenden tiene escrita una destacada página en la historia del cine español. Una pena que el jurado no lo hiciera ex aequo.

El quinto filme de Gracia Querejeta sí hizo doblete al compartir el premio a mejor guión con John Sayles, autor de Honeydripper , una bella y triste historia a ritmo de blues. La Concha de Plata al mejor director fue para Nick Broomfield, un trofeo que reconoce más las intenciones que el teatral resultado con que compone La batalla de Hadiza .

Nada que objetar al gran premio del jurado. Buda explotó de vergüenza es una de las óperas primas más prometedoras proyectadas en un gran festival. La niña protagonista de la deliciosa película de la cineasta iraní Hanna Makhmalbaf se apodera del espectador desde el primer plano. La cara que pone cuando unos niños que juegan a ser talibanes se apoderan de ese cuaderno que tanto le ha costado conseguir sencillamente conmueve. Es una metáfora impresionante que aquellas hojas en las que ella quería aprender a leer terminen siendo aviones de papel.

La gran perdedora de la noche fue Promesas del Este , de David Cronenberg. Tanto él como Viggo Mortensen se fueron de vacío. Al leer el palmarés, Paul Auster aseguró que había sido una discusión de "mentes abiertas".

Mientras, Eduardo Noriega, miembro del jurado, explicó a un grupo de periodistas que si bien hubo unanimidad a la hora de elegir las películas que debían obtener los grandes premios del palmarés, no lo hubo en cuanto a qué galardón iba a recibir cada una.