Cuando Clint Eastwood, de 74 años, compareció ante la prensa acreditada con sus dos oscars, soltó lo que pareció inicialmente un grito de guerra: "¡Los jubilados estamos conquistando Hollywood!". Y se rió. En realidad, no tenía ganas de combate, ni necesidad de reivindicarse. Eastwood se comportó en la victoria como el galán que siempre ha aparentado. "Creo que hay sitio para todos", dijo. "Me encanta ver gente nueva. Soy, por ejemplo, un gran fan de Alexander Payne. Pero me gustaría decir a los que financian las películas que no se olviden de los mayores". Y mencionó, así, al director Sidney Lumet, receptor del Oscar honorífico. Eastwood, el director más veterano en ganar un Oscar, ya hizo doblete en 1992 con Sin perdón. Ayer hizo alarde de vitalidad. "Lo mejor de cuando uno entra en los setenta es que no tiene miedo a probar nada". Y contó su próximo proyecto, que lo unirá a Steven Spielberg el año que viene. "Se llamará Flags of our fathers y lo vamos a producir juntos. A ver cómo sale".

Sólo se le torció el gesto cuando se mencionó su rivalidad con Martin Scorsese. "Me entristeció --declaró-- que se creara una competición entre Marty y yo, porque no puedo tener más respeto por ese hombre".