El público se tronchó con ella. Y -¡oh, sorpresa!- el jurado ha decidido otorgarle la Concha de Oro, un galardón que habitualmente está destinado a intensos dramones. The disaster artist, la simpatiquísima película en la que la estrella de Hollywood James Franco recrea un rodaje infernal, se alzó ayer con el premio más noble del festival de San Sebastián. El filme, que en España se estrena en enero, está hecho para gustar al gran público y también a los paladares más cinéfilos porque, en el fondo, es una sátira del mundo del cine. En un año con una excelente cosecha española en la sección oficial, el jurado, presidido por el inquietante John Malkovich, solo bendijo con el premio especial a Handia, bellísima fábula inspirada en la vida real del gigante de Altzo, un vasco del siglo XIX que llegó a medir 2,42 metros.

La sección oficial a competición incluía este año dos comedias. Una de ellas, injustamente despreciada por la crítica: C’est la vie!, el nuevo trabajo de los autores de Intocable. La otra, The disaster artist, que muchos consideran simpática a secas. El jurado, sin embargo, la ha valorado mucho más. En una decisión sorprendente, el filme del versátil James Franco (director y protagonista) ha salido vencedor.

La cinta premiada narra el rodaje infernal de otra película real, The room, estrenada en el 2003. Pretendía ser un drama serio, pero era tan mala que la poquísima gente que la vio se divirtió como si fuera una comedia. Su director es un tipo inclasificable, Tommy Wiseau, que pagó de su bolsillo la millonada que costó el disparate. Su objetivo era pasar a formar parte de la historia del cine. Y eso es lo que terminó sucediendo porque empezó a proyectarse en sesiones a medianoche y consiguió una legión de seguidores. Franco no sabía nada de este filme hasta que cayó en sus manos el libro que narra el bizarro rodaje. Lo leyó y compró los derechos. El resultado es un canto del amor al cine que demuestra lo duro que es buscarse la vida en Hollywood, algo que Franco sabe bien, porque él trabajó unos meses en un Mc Donald’s hasta que alguien le dio la oportunidad para protagonizar… un anuncio.

COMPLICADA DELIBERACIÓN / El jurado no está obligado a dar un segundo premio. Pero este año, la comida de deliberación en el restaurante Arzak debió ser tan conflictiva que los jueces apostaron finalmente por conceder una mención especial para Handia. Rodada en euskera y con una deslumbrante factura técnica, la película de Jon Garaño y Aitor Arregi (Loreak) mezcla leyenda y realidad y consigue tener alma propia. Sus virtudes son muchas y descubre una historia muy poco conocida fuera de Euskadi: la existencia de un hombre gigante que, de la mano de su hermano, se paseó por media Europa mostrando su descomunal cuerpo cual feriante.

La Concha de Plata a la mejor dirección la conquistó una mujer por primera vez en los 65 años del festival: la argentina Anahí Berneri, cuya filmografía está ligada a temas femeninos y sociales. En el caso de Alanis, la prostitución. Mientras, la que para muchos ha sido la mejor película del certamen, La vida y nada más, de Antonio Méndez Esparza, conquistó el premio de la crítica. La actriz argentina Sofía Gala venció en la categoría de mejor interpretación por Alanis y el rumano Bogdan Dumitrache, en la de mejor actor por Pororoca. Una especie de familia -en la que Diego Lerman disecciona los vientres de alquiler en Argentina- se llevó el premio al mejor guion.