El cantautor uruguayo realizó ayer sábado la última puesta en escena de Amar la trama (2010) antes de afrontar la grabación de su nuevo disco.

--¿En qué punto se encuentra la elaboración del nuevo disco?

--Estoy empezando a escribir las canciones. Cada dos años, tres años, me quedo en silencio y veo qué tengo ganas de decir. En septiembre me aislaré dos semanas para componer.

--Aislarse, es ¿imprescindible?

--Sí, para armar los chasis de las canciones. Con tres hijos, esos momentos son difíciles de encontrar (ríe). Aunque ellos son una fuente de vitalidad y de ideas. Pero componer no es algo agradable para mí...

--¿La angustia de la hoja en blanco?

--Crear, componer no es una fiesta. ¿Ir al psicólogo lo es? No, pero es importante. Componer es igual. Es una experiencia necesaria, pero lo que es agradable es tocar en directo.

--¿Cuándo decide que el disco está definido? ¿Cuando cree que tiene buenas canciones o cuando ha encontrado un concepto global?

--No suelo trabajar el concepto de los discos. Me gusta la hoja en blanco; que piensen más los dedos que la cabeza. Nunca he sabido de qué iba un disco hasta terminarlo. Sí creo es que me van saliendo canciones bailables. Tengo un altísimo concepto de la danza. Desde el punto de vista neurofisiológico una maravilla.

--Precisamente, hace unos días, en Twitter, se sumó a las felicitaciones del 80 aniversario de Oliver Sacks, autor del libro Musicofilia . Usted es médico otorrino. ¿Piensa en la relación de la música y el cerebro?

--Sí, la música tiene un canal neuronal propio. Hay gente que no puede hablar pero puede cantar, y personas con alzhéimer que recuerdan canciones de la infancia. Me interesa la relación entre cerebro y comida, cerebro y amor, música y movimiento... Estoy más concentrado en los puentes entre las cosas que entre los puertos de salida y llegada.

--Hace unas semanas actuó en Tel-Aviv. ¿Qué opina de los artistas que defienden el boicot?

--No me sirve la idea de no ir a tocar. Haber ido me ha permitido conocer una parte del territorio que no conocía, ver el trabajo de las asociaciones pro-derechos humanos, como Breaking the Silence, contra los asentamientos. Viví en Israel un año, a los quince años, y tengo una relación de amor y a la vez crítica con el país.

--Este año ha actuado en Latinoamérica. ¿Está mejor el mercado allí?

--Ahora hay más demanda de conciertos. Ahora en España el panorama está hundido; está en una depresión anímica. Pero antes de la crisis ya iba a América. Es desintoxicante, refrescante ver gente haciendo cola para entrar en un concierto.