Adaptando una novela suya, La bestia nel cuore , Cristina Comencini ha elaborado una apreciable película que parte de un sólido argumento, una combinación que no ha abundado en esta Mostra de Venecia que está a punto de finalizar y que honra su nombre, ya que Cristina es hija del veterano realizador Luigi Comencini. Es la segunda cinta italiana en competición, tras la irregular y fallida I giorni dell´abbandono .

El espectador se pregunta por qué una joven mujer con trabajo y felizmente casada esconde una cierta tristeza, precisamente cuando descubre que está encinta. La respuesta está en su pasado, cuando era una niña y sufrió vejaciones sexuales por parte de su padre. Comencini no se limita a exponer sino que apuesta por la vía del enfrentamiento personal a esta dura situación.

Al mismo tiempo se desliza con delicadeza en el universo de la homosexualidad femenina, un tema poco tratado en el cine, y tiene la habilidad de construir un par de personajes secundarios (gran Angela Finocchiaro) que actúan como contrapunto a la historia principal y le dan fuerza y consistencia al relato.

"No escribí el libro para transformarlo luego en película porque nunca había pasado al cine ninguna de mis novelas precedentes", dijo ayer la realizadora, que fue vitoreada por la prensa italiana. "Un filme ha de tener su propia identidad, con independencia de la obra escrita en que se inspira. La novela es una cosa y la película, otra".

Comencini recordó que Los abusos familiares "son una gran tragedia que se arrastra toda la vida, sobre todo si permanece escondida dentro de la persona que los ha sufrido. La familia parece una institución intocable, hay que silenciar los problemas. En contraste, el enfoque del libro y la película es totalmente directo, huyo de la metáfora".

LOS OTROS FILMES De las otras dos películas en competición presentadas ayer, el diagnóstico no es tan favorable. Everlasting regret , del chino Stanley Kwan, es una cinta-río sobre la ciudad de Shanghai y algunos de sus moradores. La acción arranca en los frívolos años 20, prosigue con el mandato de Mao Zedong y acaba en los años 80. Los personajes evolucionan y envejecen, aunque unos mejor que otros.

Por su parte, la rusa Garpastum , de Alexey Guerman, tiene una cuidada fotografía y dirección de actores, pero su anécdota es banal. Un grupo de chicos que juegan al fútbol (de ahí el título, que es la palabra usada en la Grecia clásica para definir el juego de patear un objeto), ven rota su afición por el estallido de la guerra del 14. El relato se hace pesado a medida que avanza.