Es el cronista de lo cotidiano. De lo que se vive a día y de aquello en lo que menudo no se repara porque lo habitual es mirar hacia otro lado. Bien lo define Eugenio Fuentes como el cronista de las pequeñas cosas. En ese oficio lleva Juan José Ventura (Sevilla, 1969) más de dos décadas, dedicado al periodismo de la calle, al que respira y al que habla de frente.

Con Matías Rumbo como mentor al que siempre agradece, ejerce en EL PERIÓDICO EXTREMADURA desde 1992 como redactor del departamento comercial y lo refrenda cada semana en la tribuna Zona Zero que publica en este rotativo desde hace más de 13 años, un espacio escrito entre los más longevos de la región en el que a modo de impronta propia remata siempre con una moraleja en forma de refrán. Es en estas columnas donde deja aflorar sus reflexiones sobre lo usual, lo desapercibido por normal y lo hace, como él dice, desde la ironía y el recuerdo. Ahora, entre los más de 600 títulos que lleva acumulados en estos años, publica una selección de ellos en ‘150 miradas a Cáceres’, un libro que edita la Diputación de Cáceres y que ya está disponible para descarga en la web.

La presentación eligió fecha para coincidir con el Día del Libro, aunque sin vaticinar en su momento que este año se vería inmerso en plena vorágine de una pandemia, no obstante, su lectura servirá de alivio en pleno confinamiento para los amantes de lo cacereño. Porque, aunque él no alumbrara en la región, defiende su otra raíz, que es la extremeña. «Profeso mucho cariño a Extremadura, y no es artificial, es un cariño auténtico», anota. De hecho, en la selección como principal leimotiv, todos los textos hacen alusión a la capital. Relata que el proyecto tuvo su origen en la escritora Pilar Galán, que tal y como hizo con sus Jueves sociales, tribuna también publicada en este diario, planteó la idea. Como impulsores tuvo también a Eugenio Fuentes, prologuista, y Paqui López Calvache, profesora y correctora. A todos agradece, igual que a los compañeros de El Periódico, pasados, presentes y futuros. «Es un libro amable, con mucha ironía, no utiliza el lanzallamas, me he fijado en personajes, es un libro en el que periodista ha salido a la calle y relata esas vivencias pequeñas que a menudo no sacamos», expone. «Es un retrato de la vida en Cáceres», concluye. Y como todo retrato también hace visible la crítica y en múltples ocasiones tilda a la ciudad de moribunda. «Lo suscribo, cuanto empecé en el periódico quedaban coletazos de la Movida, había cafés, conciertos y eso se ha diluido, está muy lejos muy lejos de ser la ciudad feliz, es triste y mi deber era contarlo», asevera.

También son habituales las alusiones a la corrupción y a otra de sus pasiones, la música. Antonio Vega, Camarón, aunque en su mayoría a la canción de autor. «Siempre he sentido afinidad por los cantautores, los extremeños son espectaculares, está Manuel Cobos, Hilario Camacho en su última época tuvo banda extremeña, he ido a sus conciertos y siempre me han llamado la atención». No deja atrás tampoco a los que se fueron. «Sirve de obituario«. Acumula muchas despedidas en estos años. «La que más he sentido probablemente es Santiago Castelo». Arranca con ellas porque empiezan con la a de adiós, pero suma otras tantas letras para celebrar la vida, la de todos los días, esa que no acaba en la zeta.