Danny Boyle (Manchester, 1956) sigue sin querer zambullirse en la piscina de Hollywood. Por eso, ha vuelvo a rodar en casa, Reino Unido. En mitad de los larguísimos preparativos para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres, el autor de Slumdog millionaire (que arrasó en los Oscar del 2009) pidió un tiempo sabático y se puso detrás de la cámara para rodar Trance , compleja historia que narra cómo un ladrón trata de recuperar la memoria gracias a la hipnosis para saber dónde dejó el valioso cuadro, un goya, que robó. Boyle ama a Goya. De hecho, nada más terminar las entrevistas con la prensa tiene una "cita obligada" en el Museo del Prado. Se puede ver desde hoy en cines de Cáceres, Plasencia, y Badajoz.

--Combinó Trance con la ceremonia de apertura los Juegos Olímpicos.

--Sí, y lo agradecí. La ceremonia llevó una preparación larguísima, más de dos años y medio. Y todo era muy burocrático. Tenía que hacer un espectáculo un poco Disney, algo que desbordara felicidad y que gustara a toda la familia. Por eso me gustó rodar Trance , porque pude plasmar toda la oscuridad que en ese momento estaba en mi mente.

--La película narra el complicado robo de un cuadro de Goya, Vuelo de brujas . Pero también habla de la codicia humana.

--Pero esa codicia no es igual en todos los personajes. Por un lado, tenemos delincuentes que sí, trafican con el cuadro y quieren el dinero que supone. Y eso es algo que pasa en la vida real. Pero el personaje femenino (Rosario Dawson) no es como ellos. Al principio parece una mujer fatal, pero luego vemos que el lienzo no significa dinero para ella sino un símbolo de lo que ha sufrido, de lo que ha sido capaz de superar.

--¿Cree que pasa igual en la vida real, que no todos somos igual de avariciosos con el dinero?

--La avaricia, al igual que la pasión y el amor, es uno de los motores de la historia. Así ha sido siempre y así será. Pero no sé si las nuevas generaciones de hoy sienten con tanta intensidad la avaricia. Creo que los jóvenes han aprendido que el dinero nos ha decepcionado. Lo veo por mis hijas, que no parecen estar interesadas en el dinero. Son conscientes de que hay que vivir, claro. Y hay que tener un techo. Pero vivir teniendo lo justo. No amasar dinero. No sé qué ha pasado en España, pero por lo menos en Gran Bretaña durante los últimos 30 años nos han dicho: invertid, invertid en pensiones. Y, al final, nos hemos encontramos con que no sirve para nada. Nos vendieron la moto. Los jóvenes han visto eso y ahora piensan: a nosotros no nos engañan. La crisis en Grecia, la burbuja inmobiliaria en España, Alemania que no quiere ayudar a nadie... A los jóvenes les inquieta esta situación, pero, en el fondo, comprenden que nuestro modo de vida tiene muchas limitaciones.

--¿Por qué le gusta tanto Francisco de Goya?

--Por muchos motivos. Entre ellos, porque pintó a la mujer desnuda, tal cual, sin embellecerla. Además, fue el primero que se atrevió a introducirse en la mente humana. Para la película, escogí Vuelo de brujas que no está expuesto al público sino en los sótanos del Prado porque es un cuadro enigmático en el que nadie sabe muy bien qué ocurre alrededor: ¿un sacrificio humano? Los técnicos del Prado se portaron estupendamente con nosotros y trabajaron mucho con el artista que pintó la copia que aparece en la película. Además, me venía bien que fuera un cuadro que estuviera bien resguardado. Y Vuelo de brujas está en las catacumbas del museo. Imagínese que ruedo esta historia con un cuadro que está expuesto al público y que, un día, alguien lo roba.

--En Trance tiene mucho protagonismo la hipnosis. Acaso ¿confía en esa terapia? ¿Se sometió a ella en alguna ocasión en su vida?

--En los años 70 tenía mucho prestigio y se llegó a utilizar en juicios. Pero luego se detectaron fallos y la terapia quedó un tanto desacreditada. Hay un porcentaje de la población, de entre el 5 y el 10%, que son los llamados virtuosos y que en una sesión de hipnosis son tan vulnerables que se les puede insertar un recuerdo falso en su memoria. Es una terapia peligrosa y, al mismo tiempo, poderosa. Yo no me sometí a ella porque soy un fanático del control.