Emocionados y arropados por el cariño de más de 300 invitados y otros dos centenares de fans, que aguardaban a la pareja con pancartas y cánticos en los aledaños de la basílica de Covadonga desde las ocho de la mañana, el cantante de San Vicente de la Barquera David Bustamante se casó ayer, a las dos del mediodía, con la actriz asturiana Paula Echevarría.

Con un traje blanco con escote palabra de honor diseñado por Rosa Clar , la novia, de 27 años, tres más que su marido, llegó a la basílica de Santa María la Real de Covadonga a las 14.10 horas. Cinco minutos antes había llegado el novio, que aguardaba a Paula nervioso y vestido con un impecable frac.

De padrino de la novia ejerció el padre de la actriz, Luis Manuel Echevarría, mientras que a Bustamante le acompañó al altar su madre, Ada Hoyos.

Entre los invitados al enlace más esperado del Principado se encontraba el presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, que viajó hasta Covadonga acompañado de su mujer. Revilla destacó la importante promoción que el cantante hace de su tierra natal.

El exfutbolista del Atlético de Madrid Kiko Narváez también acudió a la boda. Otras caras populares que se citaron ayer en Covadonga fueron amigos y compañeros de profesión de los novios. Todos quisieron mostrarles su cariño en un día tan especial. Así, se pudo ver a triunfitos como Rosa López, la ganadora de la primera edición de Operación Triunfo, a raíz de la que se dio a conocer Bustamante, y Javián. Los compañeros de Echevarría en la serie El comisario, en la que la novia encarna a Clara, tampoco podían faltar, como es el caso del popular Tito Valverde.

BANDA DE GAITEROS Concluido el enlace, una hora después, los novios recibieron su primer regalo como marido y mujer: una banda de gaiteros les aguardaba a la salida del templo para interpretar el Asturias, patria querida, en honor a la tierra de la novia.

Emocionados, los novios, que rechazaron vender la exclusiva de su boda, posaron para los más de cien periodistas congregados antes de dirigirse hacia el Cenador de los Canónigos, el restaurante donde la celebración se prolongó hasta la madrugada.