-¿Por qué cree que es importante recordar la historia de Jean Seberg?

-Porque representa los inicios de la cultura de la vigilancia permanente en la que vivimos actualmente. Seberg fue espiada, engañada, humillada y destruida por el sistema a causa de sus creencias y su idealismo, y no hay más que fijarse en nuestros líderes políticos para comprender que vivmos en una sociedad en la que algo así podría volver a suceder.

-A lo largo de su carrera, usted también ha sido objeto del escrutinio excesivo y hasta de la vigilancia. ¿Se siente identificada con Seberg?

-En varios aspectos. Todo actor y toda actriz busca la mirada del espectador, y es terrorífico cuando esa mirada busca dañarte. Comparto con ella ese miedo a ser observada. Asimismo, sé que a Seberg se le daba fatal mentir, y también en ese sentido creo que las dos somos muy parecidas. De hecho, mi sinceridad me ha acarreado más de un problema. Debería aprender a mentir mejor.

-Seberg sentía la responsabilidad de usar su celebridad como herramienta de concienciación social. ¿Usted también?

-Sin duda. Quien diga que el arte debería mantenerse al margen de la política es que no sabe qué es el arte. Todo lo que hago como artista, y todos los proyectos por los que me siento atraída a nivel creativo, dicen mucho de mi identidad social y política. Y creo que cualquier figura pública debe ser consciente de la influencia que tiene y usarla de forma responsable. Cualquier actitud distinta a esa me parece peligrosa.

-Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo valora su participación en la saga Crepúsculo? ¿Qué aprendió de ella?

-Cuando la primera película de la saga se convirtió en un éxito mundial yo tenía solo 18 años, y no estaba preparada para la vorágine en la que me vi envuelta; probablemente no la gestioné de la mejor manera. A medida que hago mayor, mi vida es cada vez más fácil. He comprendido mis prioridades como artista: quiero ser relevante, y no limitarme a escoger mis papeles como si mi carrera fuera un concurso de popularidad. Y me he dado cuenta de que es imposible que puedas controlar el efecto que causas en el público. Si hay personas a las que no gusto, pues peor para ellas.