El mar está tranquilo. Es de noche y apenas hay luna. Todo está oscuro. De repente, aparece una lancha, que lleva unos sospechosos fardos encima. Vuela sobre las olas a 60 nudos (unos 115 kilómetros por hora). Encima de ella, acosándola a escasos metros y levantado litros de agua, hay un helicóptero de la Policía Nacional. El agente y el narcotraficante, frente a frente. Estamos en el Cabo de Gata y podría ser una escena real. Pero pertenece al rodaje de El niño , la gran apuesta del cine español para el 2014 y con la que Telecinco Cinema quiere repetir el éxito de Celda 211 , No habrá paz para los malvados y, salvando todas las distancias, Lo imposible .

Al mando de la película está Daniel Monzón, director, precisamente, de Celda 211 , con cuyo protagonista vuelve a trabajar: Luis Tosar. Después de ponerse en la piel del animal Malamadre, el actor interpreta ahora a un policía con inmensas lagunas en su vida personal y obsesionado con su trabajo: dar caza al niño , un joven para quien el tráfico de hachís se ha convertido en un juego. Se supone que estamos en el Estrecho, la puerta de Europa de la droga, pero el equipo ha optado por rodar en Almería por las condiciones climatológicas. También se han desplazado a Ceuta, Cádiz, Canarias y Marruecos.

UN POLICIA REAL Tosar da vida a un piloto. Pero el que está ahora mismo a los mandos del helicóptero, en pleno ballet demoníaco en el mar con la lancha del narco, no es él. Tampoco es ningún especialista. Es un policía de verdad que lleva 25 años vigilando las costas y luchando contra el narcotráfico: Luis Bardón. Ningún especialista podría hacer lo que este agente del Servicio Aéreo de la Policía Nacional, cuerpo con el que los productores del filme han llegado a un acuerdo de colaboración. El helicóptero, un Eco Charlie 135, también es de verdad. Es una poderosa máquina fabricada para vigilar, acosar y atrapar a los narcos. La lancha en la que va el niño también es real y pertenece al material incautado en operaciones policiales. La barcaza mide más de 12 metros y solo cargar de gasolina su depósito cuesta 4.500 euros, toda una alegría para el propietario de la gasolinera del puerto de San José (Almería) y toda una "desesperaciónO para Edmon Roch, de Ikuru Films, otra de las productoras inmersas en el proyecto.

En El niño , las escenas de acción, que son muchas, son reales. Pocos trucos y efectos digitales hay en una cinta "artesana, vistosa, entretenida y apasionanteO, según la define su director. "Es una película de aventuras contemporánea que narra la historia de unos policías (Eduard Fernández y Sergi López dan vida a los compañeros de Tosar) que luchan contra algo difícil de detener, el narcotráfico. Y también es la historia de unos chavales que desafían a la autoridad, quieren dinero rápido y les apasiona vivir deprisa, al límiteO, añade Monzón, que se pasó ocho meses en el sur de España investigando el trapicheo a pequeña y gran escala.

"¿Que si he aprendido algo del narcotráfico que no supiera? Hombre, soy gallego", añade un irónico Tosar después de rodar la escena en la que, por primera vez, el agente ve la cara del niño, interpretado por el debutante Jesús Castro, joven gaditano de impresionantes ojos azules al que Tosar no duda en calificar como "el Steve McQueen hispano".

"Los agentes son los primeros que saben que es imposible luchar contra el narcotráfico. Cuando vas a Algeciras y ves los contenedores te das cuenta. Buena parte del tráfico que teníamos en Galicia se ha desplazado ahora al Estrecho", añade el actor, que asegura no sentirse especialmente raro vistiendo el uniforme de la policía. "En cine he hecho todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Eso sí, nunca había tenido la suerte de tener a los polis verdaderos en el plató. Cuando sonríen sabemos que lo hemos hecho bien", añade. El actor avisa a los futuros espectadores de El niño : "Es todo tan real que va a ser difícil que el público se lo crea, pero no hay trucos en esta película. Es un filme mucho más artesano que efectista". Y concluye sonriendo: "A veces, cuando me veo en el helicóptero me digo que es una indecencia cobrar un sueldo por hacer algo tan divertido".