Lo primero que llama la atención de un libro como Placeres ocultos (Notorius), un ensayo sobre la representación de gays y lesbianas en el cine español de la transición, es el atrevimiento de sus imágenes, en un momento en el que se desconocía qué demonios era eso de la corrección política. Ridículas algunas, cultivadoras del morbo, homofóbicas y conservadoras en buena medida, esas películas tuvieron por lo menos la virtud de sacar a la luz a un colectivo perseguido que hasta el momento no había tenido la menor visibilidad en España, fuera de la imagen risible del mariquita en la carpetovetónica comedia a la española.

Alejandro Melero Salvador, autor del trabajo y profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, nació en 1979, el año en el que se derogó la ley de peligrosidad social para los homosexuales. "Yo soy de la generación que ya disfruta de la libertad , pero la mejor manera de preservar ese derecho es conocer ese pasado que se nos ha negado para no repetir errores", valora. El libro nace de la tesis que el autor escribió para la universidad de Londres y que tiene como modelo El celuloide oculto, un libro y posteriormente un documental fundamentales para la historia de la cultura homosexual.

La muerte de Franco propició una intensa sensación de libertad en la sociedad española de la que también se benefició el cine. "La moda era hablar y mostrar todo lo que se había negado hasta el momento. Se dijeron muchas cosas y muy alto, y a menudo con voces demasiado estridentes pero gays y lesbianas aprovecharon esa oportunidad para dejarse oír".

PARADOJA LIBERADORA En el fondo, según Melero, el fenómeno tuvo una consecuencia liberadora de la que paradójicamente también fueron responsables involuntarios autores como Jesús Franco o Ignacio F. Iquino, cuya intención nada oculta era utilizar la figura de la lesbiana para excitar a los varones heterosexuales. Ellas habitualmente perversas, hacían de las suyas en películas como Mujeres en el campo de concentración del amor o Sadomanía, subtitulada El campo del amor de los excesos diabólicos . Además, según explica Melero, "muchas lesbianas y gays también disfrutaban viendo esas imágenes", aun cuando eran conscientes de su carácter rayano en lo caricaturesco. Y para muestra, la impagable publicidad y tema de Fraude matrimonial de Iquino : "La homosexualidad le llevó al asesinato".

En la explosión de voces de finales de los 70 había espacio para las películas de Mariano Ozores que explotaron a placer el humor de mariquitas estilo No desearás al vecino del quinto con una larga y aceptada tradición en la comedia a la española, y también para propuestas más adultas como las que firmaba Eloy de la Iglesia, el primer gay activista del cine español. "Si tuviera que mencionar una película emblemática de esa apertura sería Los placeres ocultos , la historia de un homosexual enamorado de un heterosexual y de cómo finalmente ambos aprendían a aceptarse el uno al otro. Es significativo que fuera la última película que el franquismo censuró en su totalidad", dice Melero.