"Pienso que moriré vivo", aseguró Carlos Cano en una de sus últimas entrevistas, antes de que su corazón se lastimara por segunda y definitiva vez. Han pasado exactamente 10 años de su muerte, y su recuerdo y legado siguen muy, muy vivos: acaban de publicar una lujosa Antología con dos discos y dos DVD, y anoche en su Granada natal amigos, compañeros y familiares organizaron un concierto homenaje en el que participaron, entre otros, Paco Ibáñez, Miguel Ríos, Raúl Alcover, Marina Rossell, Luis Pastor, Marina Heredia, Lapido, Gualberto y Clara Montes.

La cita fue en el Teatro Isidoro Máiquez y también contó con la participación de la viuda del cantautor, Alicia Sánchez, así como de la cantante María Dolores Pradera. Pero la actuación comenzará con un recuerdo al recientemente fallecido Enrique Morente, quien junto a su hija Estrella formaban parte del cartel inicial de esta noche.

Diciembre maldito para Granada: Estrella quiso despedir el féretro de su padre hace solo seis días cantando precisamente la Habanera imposible del añorado Cano. "Será un acto único e irrepetible, en el que también estará presente Morente, por cuya muerte estamos sobrecogidos", explica Amaranta Cano, hija del autor de himnos como La murga de los currelantes , que servirá como cierre de la actuación, con todos sobre el escenario. "Carlos tenía un sol en la garganta", resume Rossell, quien antes interpretará De qué hablas habanera , la última canción que Cano grabó para el disco de la cantante.

Por otro lado, se ha puesto en marcha el proyecto Una sonrisa para Carlos Cano. "Una acción estructurada en tres líneas --aclara su responsable, Manu Trillo-. Una página web interactiva donde la gente podrá grabar fragmentos de canciones de Cano que quieran; un apartado audiovisual, con imágenes que se filmarán en pequeños pueblos donde la figura de Cano esté presente por la fuerte vinculación de sus letras a sus problemas, y una exposición itinerante que recogerá la documentación de estos proyectos y servirá de caja de resonancia de su recuerdo".

Cano, ese granadino universal de voz inconfundible, sabía cómo sembrar sentimientos y espolear conciencias. Falleció cuando estaba a punto de cumplir 55 años. Y su aportación ha sido fundamental para la historia de la música española. Y todo un ejemplo de compromiso y autenticidad. Un dato curioso: en 1972, invitado por la Unesco, participó en un homenaje a Lorca en París. ¿Consecuencia? El entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, le declaró "persona non grata".

El autor de La especulación se situó siempre al lado de los débiles. Su postura siempre fue clara y la expresó con esa libertad crítica que otorga el ser consecuente con una ideología que no se alinea a ninguna ambición de poder ni de popularidad. "Si llego a saber cómo es la vida del cantante, vomito y me largo", declaró a este diario en 1994 antes de cantar en el Palau.

En Barcelona se instaló cuando con 22 años vino en busca de empleo (trabajó de albañil). Y aquí compuso su primera canción, La miseria . En la grandeza de Cano coinciden tres premios nobel con palabras que enmarcan con justicia su obra. Mario Vargas Llosa (nobel de Literatura 2010) ha escrito: "Gracias querido Carlos por haber sabido ser popular sin ser superficial ni vulgar, por haber sido un bardo ético y civil rehuyendo la demagogia y los estereotipos y por haber llegado al corazón de los jóvenes sin la menor concesión a las modas y asumiendo el riesgo y la dificultad".

Rigoberta Menchú (nobel de la Paz, 1992) dijo: "Carlos Cano es música y poesía, voz animada por la amistad y el colorido de lo cotidiano, canto de libertad y dignidad". Y José Saramago (nobel de Literatura 1998) afirmó: "Entre los cantores para quienes la canción es compañía del hombre, Carlos Cano es aquel que canta las historias que los propios hombres son. Por eso sus poemas están cargados de gente, por eso su música es de las voces de los cuatro caminos". H