A Tom DiCillo se le ocurrió la idea de dirigir una película sobre la fascinación enfermiza que genera la fama cuando en 1998 un paparazi irrumpió en un rodaje por las calles de Nueva York para captar un primer plano de Darryl Hannah. Al meterse en el encuadre, estropeó la toma más complicada de Una rubia auténtica . DiCillo se enfadó muchísimo, pero cuando se acercó, el fotógrafo le advirtió, muy serio: "Me tocas y te llevo a juicio".

Al cabo de unos meses se encontraron en una fiesta. El paparazi, asustado, convencido de que ya no podía librarse del puñetazo, no dio crédito cuando DiCillo le pidió que quería conversar sobre su trabajo. Terminó acompañándolo en sus persecuciones en coche. De esos días surge Les Galantine , el estrambótico personaje, "una especie de gnomo", que borda Steve Buscemi, a quien DiCillo ya dirigió en Vivir rodando .

APLAUSOS Y HALAGOS "Me fascinó ese paparazi. Es un tipo desesperado, con un sentimiento de sí mismo muy dañado", cuenta el director, que ayer quedó perplejo por los halagos que recibió durante la rueda de prensa. Delirious entusiamó. Hasta hoy es la mejor situada en la rampa de acceso a la Concha de Oro.

Tom DiCillo, que se niega a trabajar con grandes estudios, ha dedicado seis años a este filme. Buscar la financiación fue como tirarse por la borda en mitad del oceáno. "Lo único que se puede hacer es avistar un barco antes de que te encuentre un tiburón". Al final Peace Arch asumió esta irónica fábula sobre un fotógrafo que un día conoce a un joven aspirante a actor que llega a Nueva York atraído por las luces del éxito. Ambos personajes perciben la fama desde perspectivas opuestas y el conflicto surge cuando el fotógrafo inicia un romance con una diva del rock.

A la hora de rodar, sus referencias fueron Cowboy de medianoche y Qué noche la de aquel día . "Pero sigo la estructura de La Cenicienta . Es un cuento. Exagero la realidad para buscar, si existe, una razón verdadera para que alguien se convierta en un mito", señala el realizador de esta sátira.