La actriz y directora Leticia Dolera estrena esta semana una serie muy especial. Se trata de Vida perfecta, irónico título que sustituye al inicial Déjate llevar que, contra todo pronóstico, se alzó con dos premios gordos en el último festival de Cannes dedicado a la ficción televisiva: mejor serie y mejor actriz, compartido por las tres protagonistas. Describe a tres treintañeras con unos problemas muy particulares que aciertan a veces, se equivocan muchas otras pero resultan muy humanas, cercanas, como si las conociéramos de todas la vida. Leticia Dolera interpreta a María, una joven que, tras ser abandonada por su novio (David Verdaguer) justo cuando van a firmar una hipoteca, tiene una aventura con un desconocido (Enric Auquer) y se queda embarazada, pero todo se complica cuando descubre que su amante ocasional padece una discapacidad intelectual.

Su hermana, Esther (Aixa Villagran), es artista y pinta unos cuadros muy extraños y espontáneos que no les gustan ni a sus padres. Es lesbiana pero sus relaciones suelen ser esporádicas, no acaba de encontrar la pareja perfecta. La tercera, Cris (Celia Freijeiro), es la que, aparentemente, lleva una vida más ordenada tiene una buena relación con su marido y sus hijas. Van a buscar el tercer hijo pero toma la pastilla anticonceptiva a espaldas de su esposo y se apunta a una web de citas. A partir de estas premisas, en sus vidas nada perfectas puede pasar de todo. Leticia Dolera nos explica detalles curiosos del rodaje.

-Un casting insólito. Una de las escenas clave tiene lugar en un castillo inflable infantil. No costó mucho encontrarlo, me fui con la directora de arte a buscarlo y, juntas, hicimos un casting de castillos. El día que fuimos a probarlos me llevé el Ipad e iba haciendo videos para ver cómo quedaba en cámara, pero de tantos saltos, al final se me cayó y se rompió.

-Complicidades femeninas. El primer día que quedé con Aixa, una vez que estaba confirmado que iba a hacer el papel de mi hermana, quedamos para comer y le conté mi vida. Le expliqué cosas que no había contado a casi nadie. Uno de los días que ensayábamos Celia y yo en mi casa de Madrid sonó el interfono. Era una mujer que estaba con su hija y que vivió aquí cuando era pequeña y le hacía ilusión volver a verla. El padre estaba en el piso de enfrente y se veían por el patio de luces. Las dejamos entrar y luego nos fuimos a comer unas tapas con ellas. La serie, en cierto modo, tiene algo de diálogo intergeneracional entre mujeres. Esta coincidencia me pareció que tenía algo de mágica ya que, en la serie, hay un dialogo constante entre pasado y presente y entre generaciones.

-Hermanas en el pregón. Cuando llevábamos aproximadamente una semana de rodaje tenía que hacer el pregón de las Festes de la Mercé. Y fue muy emocionante porque miraba al público y veía allí a mi familia, pero también veía a Celia y Aixa, que ya eran parte igualmente de la familia.

-Una relación con un discapacitado intelectual. La inspiración de este detalle surgió de mi propio entorno. Me resultó muy fácil tener esta idea ya que la discapacidad es algo que tengo muy incorporado a mi mirada porque gente cercana a mí la tiene. Requisitos para ser una persona normal era más blanca y naif y aquí he querido adentrarme en la oscuridad, cómo nos equivocamos o nos hacemos daño sin querer. Tiene que ver con haber crecido con esas personas cerca y la necesidad de romper tabúes. Si la sexualidad ya es uno, otro era el de mostrarlo en personas con discapacidad.

-Interpretando a un discapacitado intelectual. En el casting trabajamos mucho y, en tan solo hora y media, ya vi que tenía que ser Enric Auquer quien debía hacer el papel. En la serie hay otros actores que sí que tienen discapacidad y, para preparar el personaje, hablamos mucho con ellos sobre las expectativas de vida que tenían: si querían sacarse el carnet de conducir, tener pareja, etcétera. Enric les dijo que no quería ser paternalista, ni hacer una caricatura de ellos y les preguntó qué les parecía que alguien sin discapacidad les interpretara. Les parecía guay y uno le iba diciendo qué tal lo hacía. Improvisamos mucho y se sintió cómodo.

-El sexo. Hay menos de lo que estaba previsto. Había otra trama de Cris, que se enrollaba con su profesor de gimnasia, y tenía las escenas más tórridas y más bestias. Pero al final no cabía en el capítulo y la tuvimos que eliminar. Todas las escenas sexuales fueron rodadas en un entorno muy seguro, en un set super cerrado. Tenía claro lo quería que contar y, previamente, pactamos con ellas lo que las hacía sentir cómodas o no. Queríamos poner el foco en que las mujeres seamos sujetos deseados y no objetos deseados. Ellas confiaron mucho en mí y esa generosidad la tomé igualmente como una responsabilidad.

-Rodar un parto sin haber sido madre. Tenía que rodar un parto y como actriz no me impresionaba, pero sí como directora, intentar recrearlo y poder decirle a las actrices lo que iba a pasar. Me daba mucho respeto, así que fui a hablar con el Hospital de Sant Joan de Déu, donde trabajaba la hermana de una persona de producción, para pedir permiso para estar en urgencias en partos. Me pusieron el gorrito y preguntaron a una mujer si me dejaba que asistiera. El niño iba del revés y tuvieron que darle la vuelta. Salían muchos jugos y me desmayé en el pasillo. Pero me recompuse y volví a darlo todo. Entré de nuevo y le pusieron la inyección epidural, lo que me ayudó a dirigir esa escena. Pero aprendí a ponerme donde no se ve todo y no me desmayé. También me dejaron estar en un parto natural y es de lo más brutal que he visto en mi vida. Gracias a la generosidad de esas dos mujeres pude sentirme segura.

-Un bebé de improviso. Rodamos en el Hospital Vall dHebrón donde filmamos toda esa secuencia. Pensamos que quizás nos podrían dejar rodar a un niño el día del parto. Pero dio la casualidad de que ese día un conocido de alguien del rodaje apareció, acababa de ser padre y nos lo dejó cuando tenía unas pocas horas. En el set estuvo solo cinco minutos. El bebé que me ponen encima es de efectos especiales.

-Tres directoras. Algunos capítulos los he rodado yo, pero otros están dirigidos por Elena Martín (Julia ist) y Ginesta Guindal, como el de la fiesta de antiguos alumnos. Es la primera vez que Ginesta hace ficción. Estudió en la ESCAC y, desde el primer momento, descubrimos que teníamos una sensibilidad y un interés común. Vi la pasión y el potencial que tenía. Por lo general se nos valora por la experiencia que tenemos y no por el potencial y me parecía bien hacer lo contrario. Ambas han aportado unos valores muy importantes, nos hemos acompañado my bien. Las dos tienen mucho talento y sensibilidad en su mirada. Encontramos un punto de equilibrio, lo captaron enseguida y supieron convertir en imágenes lo que yo tenía en la cabeza y mantener el punto de vista y el tono y, al mismo tiempo, que se sintieran realizadas y hacer el capítulo suyo. Las apela a ellas los temas que traga y el tono y la forma lo captaron enseguida.

-El cameo. Ese fue uno de los días más divertidos del rodaje ya que también contamos con la presencia de Risto Mejide, que aceptó reírse de su propio personaje, el que da a conocer en los medios de comunicación, de un tipo masculino más clásico.

-Los premios en Cannes. Fue increíble. En Cannes no te dicen previamente quién ha ganado y te piden que te quedes hasta la clausura. Como hicimos el pase al principio estuvimos cinco días donde conocimos a gente de todo el mundo y todos los equipos hacíamos piña en las fiestas. Cuando nos dieron el premio a la mejor actriz citaron mi nombre y los auriculares de Aixa no funcionaban bien y no escuchó también el suyo. Se levantó para felicitarme y vio que Celia también se alegraba. Estaba en estado de shock e iba a dejarme pasar para que lo recogiera sin darse cuenta de que el galardón era para las tres. Cuando se enteró fue muy bonito.

-Ni pizca de catalán. Pese a que la acción transcurre en gran parte en Barcelona no hay ninguna palabra en catalán porque no me salía de manera orgánica meter con calzador tres frases. Creo que despistaba más que otra cosa y le quitaba realismo. Eso sí, toda la cartelería que está en catalán no la tocamos e incluso aparece una bandera independentista al fondo. No la pensábamos quitar porque también forma parte de esa realidad que es Barcelona.