Después de triunfar en el pasado Festival de Series de Cannes, Leticia Dolera, en su triple faceta de actriz, guionista y directora, presenta en el Festival de San Sebastián ‘Vida perfecta’, ficción televisiva de Movistar+ en la que habla de los sueños e inseguridades de tres mujeres treintañeras que se enfrentan a un momento de crisis vital que les provoca desmontar por completo las estructuras sobre las que habían basado su felicidad.

¿Cómo surge ‘Déjate llevar’?

De la necesidad de contar las historias, las inquietudes, las frustraciones que veo reflejadas en mis amigas y en las mujeres de mi entorno, también en mí misma. Quería hablar de todas esas experiencias, de toda esa mirada común.

No suele ser habitual ver una serie centrada en las mujeres.

La verdad es que no. Además, el 60% del equipo es femenino. Hubo una serie que se llamaba ‘Mujeres’, de Félix Sabroso y Dunia Ayaso, y en los 80 Fernando Colomo hizo ‘Las chicas de hoy en día’. Pero es cierto que vivimos en una sociedad antropocentrista y eso lleva a creer al gran público que se va a identificar siempre con el protagonista masculino… a no ser que se hagan más series de mujeres. Yo quería centrarme en este caso en la gente de mi generación. Eso no quiere decir que los hombres no se vayan a sentir identificados, porque habla del éxito, del fracaso, de lo que supone formar una familia.

¿Cree que a las mujeres se las juzga con una lupa más grande?

Yo quería sacar a la luz muchas preguntas, algunas muy íntimas, ponerlas sobre la mesa, no hacer nada aleccionador. No hay un mensaje moralista ni una intención de juicio.

Se habla de tres perfiles de mujeres muy diferentes, ¿de qué cosas quería hablar a través de sus personajes?

Quería desmontar clichés alrededor de ¿qué es la familia?, ¿qué es el amor?, ¿qué lugar ocupa el sexo en mi vida?, ¿quiero tener hijos?, ¿he llegado a donde quería llegar? Y también, cómo entran las redes sociales en esta dinámica. Tenemos todo el rato una serie de 'inputs' que te dicen lo que tienes que hacer, lo que tienes que construir, mira a este, mira a aquel, yo lo he conseguido, tú también puedes, querer es poder, que es una frase que odiamos. Querer es desear.

La insatisfacción con aquello que uno tiene es otro de los grandes temas de la serie.

Nos enseñan a desarrollar nuestras capacidades intelectuales, pero no las emocionales. Y construimos nuestras ideas de felicidad, de pareja, de sexo, al margen de lo emocional. Aspiras a ideas sobre todo eso y si no sale bien, te dedicas a taparlo. Y cuando tapas tu miedo y tu vulnerabilidad, estás perdido. La serie trata de desmontar todas estas construcciones mentales.

¿Quería hacer una serie generacional?

Yo creo que las mismas preguntas que nos hacemos ahora también se las hacían nuestras madres, solo que la sociedad no les daba oportunidad de tomar otros caminos porque su entorno era mucho más rígido. La generación de los 30-40 estamos en un impás de posible cambio, de apertura de nuevas miradas, de nuevos planteamientos, pero hemos crecido con una idealización y con una serie de patrones a seguir en la vida. ¿Y ahora qué hago, puedo ir marcha atrás? ¿Lo que he hecho es parte de mi legado familiar o he sido yo misma? Yo creo que hay películas como ‘Las distancias’, de Elena Trapé, y todo el cine de Jonás Trueba que hablan de esos asuntos.

¿Podríamos considerarla una metáfora sobre las ataduras a las que las mujeres hemos estado sujetas durante tanto tiempo y de la necesidad de liberarse de ellas?

Cuando la escribía pensaba en las cadenas individuales de cada uno de los personajes, no como colectivo social de mujeres. Cómo esas cadenas representan esa vida perfecta y cómo tienen que romperlas para dejarse llevar.

¿Por qué incomoda tanto últimamente la palabra feminismo?

Siempre que se han dado pasos adelante, después de cada ola feminista ha habido una regresión, el patriarcado, el sistema que nos educa en la desigualdad, se ha revuelto contra eso, porque al sistema le asusta el cambio.