"Estoy tratando de reinventar el cine", proclama Douglas Trumbull, y tal vez solo él --o, como mucho, él y tres o cuatro sujetos más-- tenga derecho a hacerlo. Porque, aunque a usted no le suene su nombre, seguro que conoce su trabajo. Con solo 25 años, trabajando a las órdenes de Stanley Kubrick en 2001: una odisea del espacio (1968), no solo creó un hito cinematográfico sino que introdujo técnicas de efectos especiales que siguen utilizándose hoy en día. Desde entonces ha puesto su maestría visual al servicio de Encuentros en la tercera fase (1977), Star Trek, la película (1979), Blade runner (1982) y, más recientemente, El árbol de la vida (2011). Que estos días el Festival de Locarno le rinda tributo, pues, está más que justificado.

"En Hollywood están obsesionados por producir blockbusters , y eso ha cerrado la puerta a cualquier contenido inventivo o inusual. Ahora de esas cosas se encarga la televisión", lamenta Trumbull. En todo caso, considera, el cine no debería fijarse en la pequeña pantalla. "Si esperas que la gente se gaste el dinero del párking, las palomitas, la entrada... debes ofrecerle algo realmente espectacular". Y él, asegura, sabe qué es ese algo.

De no ser por su talento mayúsculo --también se gana la vida como inventor: posee "23 o 24" patentes--, cuando habla de sus proyectos futuros Trumbull podría llegar a sonar como un charlatán azotado por delirios de grandeza. "Estoy trabajando en un lenguaje que hará al espectador sentir que está dentro de la película y no simplemente contemplándola", explica. En concreto, ha escrito, producido y dirigido un corto llamado UFOTOG , sobre un hombre determinado a fotografiar un ovni a pesar de los intentos del gobierno de frustrar su proyecto.