Un escenario desnudo, actores de lujo y un coro blanco y perfecto han logrado que el primer pase de Edipo Rey , la noche del jueves, se convierta en el estreno más visto del Festival de Mérida, con 2.673 espectadores que disfrutaron del mito de Sófocles bajo la dirección del francés Jorge Lavelli, que invitó al público a reflexionar de cómo la búsqueda de la verdad puede llegar a la locura del ser humano.

Un lleno casi absoluto del aforo del Teatro Romano pudo disfrutar de la versión escrita por José Ramón Fernández, que aborda eficazmente valores esenciales del ser humano, como la culpa, la sinceridad o la traición.

El espectáculo que el director franco-argentino ha concebido para el teatro emeritense, entra así en el reducido grupo de obras que a lo largo de la historia del certamen se ha acercado al lleno en su primera función, superando así los 2.010 espectadores logrados en su estreno por Miles Gloriosus , la más vista en la historia del Festival de Mérida.

LUCHAR CONTRA EL DESTINO La historia de Edipo es la del hombre que lucha inútilmente por huir de su destino, condenado antes de nacer, despojado y errante que arrastra su culpa por el mundo.

Representado en catorce ocasiones en Mérida, el mito ilumina en solitario muchos siglos de teatro, de reflexiones y de dudas sobre la naturaleza del ser humano y su trayecto, y se implanta como una fuente infinita de correspondencias entre el hombre, el poder, la familia, el sexo, lo prohibido, el misterio de la existencia y la muerte.

Si hubiera que definir al personaje de Edipo Rey, interpretado por Ernesto Alterio, se podría decir que es el verdugo desgraciado y desdichado de él mismo y aborrecido por los dioses, que se arranca los ojos y se condena al exilio eterno al conocer la verdad de todo el embrollo. Todo comienza con una confusión, que mezclada con la locura, las mentiras y la rotundidad del ciego Tiresias, que da vida Juan Luis Galiardo, desnudará la verdad, tan deseada por Edipo. Una sinceridad dolorosa y traicionera.

CONSTRUCCION Si su temática es apasionante, su forma, su construcción y sus coros no lo son menos, a pesar de la dificultad en la comprensión de un lenguaje perfeccionista de la cultura griega, poco claro y complejo, al que, en algunas escenas, no ayuda la vocalización de actores y figurantes. Se rompe quizás así los objetivos previstos, ya que, como comentó Lavelli, la obra está compuesta de un lenguaje simple y claro.

Aún así, Edipo Rey , desarrollada en el proscenio, la orchestra y en el palco de autoridades, mantiene al público, durante su hora y media de duración, en una sensación de angustia, silencio y dolor provocada por los gritos y los movimientos gestuales de los actores, entre los que destaca, además de Alterio, Carme Elías, en el papel de la reina Yocasta.

Una luz blanca tenue, un vestuario espectacular, adecuado y de colores granate, negro y blanco, y con un coro formado por 18 personas que resultaron ser la voz de la conciencia, logran contar, junto con actores de lujo, este mito basado en la búsqueda de la verdad de la muerte del padre del gran Edipo Rey .