Para ser un tipo discreto donde los haya, Eduardo Noriega (Santander, 1973) está echando el resto. En apenas cuatro días ha pisado dos alfombras rojas. La de la fiesta del cine, el jueves en Madrid. Y ayer, la de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). "Me gusta estar en la alfombra roja cuando está justificado. Y en ambos casos lo estaba", asegura el actor, que debuta como guionista en una de las películas de la sección oficial del certamen, Presentimientos , crónica del desmoronamiento de una pareja.

"Siempre he huido de los paparazis que me asaltan con una cámara en mitad de la calle. Aunque todo eso ha cambiado con las redes sociales". "Ahora --analiza-- somos nosotros los que minuto a minuto retransmitimos dónde estamos, lo que hacemos y con quién. No es mi caso. ¿Por qué voy a ser mi propio paparazi? Yo no utilizo Twitter para decir que estoy dando de merendar a mis sobrinas. Porque eso no le interesa a nadie. Sí que lo utilizo como herramienta de promoción, ya sea del cine o de las playas de mi tierra, Cantabria".

Y de eso quiere hablar Noriega, de cine. De Presentimientos . De cómo estuvo cuatro años (de forma intermitente) trabajando codo con codo con el director Santiago Tabernero (Vida y color , 2005) para llevar al cine la novela de Clara Sánchez, la reciente ganadora del premio Planeta. Si para protagonizar El mal ajeno (Oskar Santos, 2010) Noriega se pasó decenas de noches en un hospital observando a los doctores antes de meterse en la piel de uno de ellos, en Presentimientos (que se estrenará en enero) no ha tenido que investigar tanto. La película habla de algo tan universal como una crisis de pareja, ese momento inevitable en el que a pesar de seguir queriendo a la persona que tienes a tu lado pierdes la chispa, la magia, los fuegos artificiales. "Entonces es cuando tenemos que pensar qué hacemos para reinventarnos y revivir el entusiasmo del primer amor", explica Noriega.

CAMBIAR PAÑALES Marta Etura da vida a su mujer, la primera en acusar una crisis de pareja que se agudiza al convertirse en padres primerizos. Noriega se ríe cuando se le pregunta por su maña a la hora de cambiar pañales al bebé que ambos tienen en la ficción. "Tengo muchos sobrinos", aclara. Y echa mano de su pasado: "Cuando era adolescente me ganaba algo de dinero cuidando niños. Mis hermanas también lo hacían, pero, al final, los padres me llamaban a mí y no a ellas para cuidar a sus hijos. Se me dan muy bien los niños, sí".

Además de hombre discreto, Noriega tiene fama de ser un actor muy responsable en los rodajes. Y eso que de pequeño no eran tan profesional en el colegio y, cada año, suspendía varias asignaturas. "Fui un mal estudiante. Era muy inquieto, curioso y peleón. Cuando llegaba al aprobado justo era una fiesta. Pero el mundo profesional te cambia. Ahí es cuando sacas la educación que has recibido de tus padres".

HERMANO MENOR Es el menor de seis hermanos, entre los que hay ingenieros, abogados, periodistas y empresarios. A pesar de haber sido un mal estudiante, se matriculó en Derecho. Duró un suspiro. En unos meses lo anuló y empezó a estudiar Arte Dramático, primero en Santander y después en Madrid, donde se puso a las órdenes de su íntimo amigo Alejandro Amenábar para rodar la deslumbrante Tesis (1996). Creció como actor con Abre los ojos y en otros títulos como El espinazo del diablo y Guerreros . Y no tardó en desembarcar en Francia (Novo ) y en EEUU (El último desafío , donde ha compartido protagonismo con Schwarzenegger). "En Europa, ir al cine es algo más solemne. En Estados Unidos, el público tiene una asombrosa capacidad infantil para disfrutar. Hay que ver cómo hablan, ríen y aplauden en el cine", dice.

Hablando de cómo un país trata su cine, es inevitable mencionar al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que hace poco puso en duda la calidad de las películas españolas. "Fue un error garrafal. Aunque fuera su opinión personal, aunque acuda mucho al cine, que lo dudo, aunque todo eso fuera así, no puede decir eso. El es un ministro y tiene que defender una industria, ya sea la del cine o la del zapato", concluye el actor, que no es ajeno a la crisis. "Trabajas mucho menos. Y cobras mucho menos y más tarde. Como cualquier español. Eso sí, por suerte, yo no tengo problemas para llegar a fin de mes".