Ahora mismo, el asfalto de la Croisette ya estaría cubierto de alfombras rojas; los hoteles que la flanquean estarían descorchando botellas de Möet a espuertas; los paparazis se estarían haciendo sitio a empujones. En un mundo sin covid-19, el 73ª Festival de Cannes acabaría de abrir sus puertas. Pero no lo ha hecho, y se confirma que no lo va a hacer de aquí al final del 2020; así lo admitió el pasado domingo el director de la muestra cinematográfica, Thierry Frémaux, en una entrevista con Screendaily.

La confirmación supone el final de dos meses durante los que el certamen ha buscado sucesivas fórmulas para evitar la cancelación. En marzo, sus responsables se plantearon posponerlo hasta finales de junio, y en abril aseguraron estar examinando formatos alternativos. Ahora, descartada la posibilidad de organizar un festival presencial, Frémaux anuncia otra estrategia: varias de las películas seleccionadas para participar en la edición de este año -la lista será publicada en junio- serán presentadas con la marca Cannes 2020 a lo largo de los próximos meses, en festivales como Venecia, Deauville, Toronto, San Sebastián y Nueva York.

¿Qué efectos causará sobre el ecosistema cinematográfico global la cancelación del que es el festival más importante del mundo y uno de los grandes soportes de ese ecosistema? De entrada, no es descartable un efecto dominó: la Mostra de Venecia, que tiene lugar desde finales de agosto cada año, corre serio peligro digan lo que digan sus organizadores; incluso si la situación sanitaria en Europa se corrige de forma milagrosamente veloz, ¿qué actores y directores querrán viajar con sus películas bajo el brazo a una de las zonas calientes de la infección? Y, por supuesto, en situación similar están el resto de certámenes mencionados.

Un año sin festivales es un año sin trampolines de lanzamiento para el tipo de oferta cinematográfica independiente y artísticamente ambiciosa que, por ejemplo, encarnan Parásitos, de Bong Joon-ho, y Dolor y gloria, de Almodóvar, títulos que difícilmente habrían gozado del éxito que tuvieron de no ser por el impacto que generó su presentación en Cannes el año pasado; otras magníficas películas también estrenadas entonces -como Retrato de una mujer en llamas o Bacurau- no habrían tenido ninguna posibilidad de hacerse oír en el mundo sin haber contado con esa plataforma. Como consecuencia, se plantea un segundo semestre del 2020 en el que las únicas películas de renombre que llegarán a los cines son los grandes blockbusters que Hollywood tenía previsto estrenar en primavera y verano.

‘STREAMING’ / Para Cannes, la posibilidad de celebrar su 73ª edición por internet nunca ha sido una opción. «Un festival on line no es un festival», dijo Frémaux.

Para él, el streaming es televisión; y es cierto que, a lo largo de los últimos años, Cannes se ha erigido en defensora de la experiencia cinematográfica clásica frente al empuje de servicios como Netflix, llegando incluso a ignorar el signo de los tiempos.