Cuando, el último día del año pasado, el Papa Francisco dio un manotazo a una groupie excesivamente agresiva mientras su rostro dibujaba un gesto de enfado que se convirtió en sensación viral, aquel momento de irreverencia y transgresión del protocolo pontificio bien podría haber sido un acto promocional de The new Pope. Después de todo, la serie que hoy estrena HBO España no es sino continuación de The young Pope (2017), mirada de Paolo Sorrentino a la cúpula del Vaticano que, sí, derrochaba irreverencia y transgresión. «Nunca he tenido intención de buscar las cosquillas a la institución eclesiástica ni de ofender a nadie», matiza el director italiano al respecto. «No es casual que en su día la Iglesia no mostrara ningún tipo de reacción ante aquellos episodios iniciales, y estoy convencido de que tampoco la mostrarán ahora ante los nuevos».

En el centro de The young Pope se situaba Pio XIII (Jude Law), un papa joven, sarcástico, muy sexy y extremadamente conservador que trataba de avivar la fe de los fieles a través de la intimidación y que, al final de la temporada, era víctima de un ataque al corazón. Ahora, al principio de The new Pope, el pontífice permanece en coma y el Vaticano le busca un sustituto: Juan Pablo III (John Malkovich), un hombre delicado, cerebral y moderado pero también fan de Marilyn Manson y amigo de Meghan Markle. A partir de esa premisa, la serie usa la religión como vehículo a bordo del que explorar aspectos consustanciales a la condición humana como la muerte, el dolor, la soledad y el sexo. «Lo que me importa de verdad es la necesidad urgente de relacionarnos con Dios que todas las personas tenemos, ya sea para afirmar su existencia como para negarla», añade su director.

VISIONES CONTRAPUESTAS / Pío XIII y Juan Pablo III encarnan dos formas contrapuestas de entender la Iglesia Católica, pero tanto uno como el otro son hombres atormentados y narcisistas. «Me atrevería a decir que todos los que han estado al frente del Vaticano comparten esos rasgos», opina Sorrentino. El director añade: «Ser el representante de Dios en la Tierra es una carga, y por tanto les causa tormento. Al mismo tiempo, para salir al balcón de la Plaza de San Pedro son necesarias dosis considerables de ego. No digo que un pontífice tenga que comportarse como una diva del cine o como Cristiano Ronaldo, pero hay algo narcisista en todos ellos».

En ese sentido, y considerando que también los cineastas suelen ser catalogados como gente tortuosa y ególatra, cabe preguntarse si el propio Sorrentino detecta paralelismos entre sí mismo y los protagonistas de The new Pope. «Lo cierto es que a mí el cine no me provoca ningún tipo de tormento», confiesa. «Me tomo las películas como un juego, porque hacerlas me permite comportarme como cuando era niño rodeado de juguetes. Sí, es una responsabilidad porque hay mucho dinero en juego, pero se me da muy bien olvidarme de esas cosas. Cuando trabajo soy muy naíf e irresponsable».

TEATRO Y RITO / A lo largo de su carrera -a través de títulos como Il Divo (2008), La gran belleza (2013) o La juventud (2015)-, el director italiano se ha confirmado como un esteta proclive al exceso, la extravagancia y el kitsch, y eso probablemente lo convierta en alguien idóneo para retratar una institución en buena medida apoyada en esas mismas características. «La religión, sea cual sea, siempre me ha parecido algo muy cinematográfico, y no solo por todo cuanto tiene de teatralización y de rito. Tanto el catolicismo como el islam son esencialmente narraciones, cuentos».

Sorrentino asegura que, si bien rodar The young Pope y The new Pope no ha servido para acercarlo espiritualmente a ella, sí le ha ayudado a entender mejor los retos que la Iglesia afronta. «No digo que el Vaticano siempre haga lo correcto, de hecho se equivoca muy a menudo, pero siento admiración por la capacidad de supervivencia que ha mostrado a lo largo de los siglos». Y en ese sentido, añade, es reseñable que una institución tradicionalmente tan rígida actualmente esté atravesando un proceso de cambio radical. «Los escándalos sexuales y el resto de polémicas en las que se ha visto envueltos les han obligado a ello. El Papa anterior se atrevió a dimitir, y el actual predica una actitud insólitamente progresista. Se están viendo obligados a tomar decisiones muy rápido, y eso significa que quizá cometan aún más errores que de costumbre. Será divertido verlos».

A lo largo de los 10 episodios de The new Pope hay alusiones a asuntos como la crisis de los refugiados y la amenaza del terrorismo islámico; según asegura él mismo, son todo cuanto Sorrentino tiene que decir sobre la situación actual del mundo por el momento. «Ya rodé dos largometrajes sobre la clase política y me parece suficiente. Además, la política actual no me inspira. En el pasado nuestros líderes estudiaban para llegar a ser algo, eran gente preparada. Siento que, en general, los que hay en la actualidad no están a la altura, se comportan de forma muy poco profesional. No me interesan».