En algunas entrevistas la cantante Rosalía comenta que su disco ‘El Mal Querer’ es un proyecto conceptual. Un proyecto en el que empezó a trabajar no solo en la música, sino también en los videos, en los directos. «Un amigo, Pedro G., me recomendó un libro, ‘Flamenca’. Es una novela gitana del siglo XIV que me sirvió la historia. Cuenta la vida de una mujer que se casó con un hombre. Y por celos ese hombre la presiona. Hay una inspiración en el tema de la novela, pero el disco va hacia otro lado»

Nosotros hoy, hablamos con ese amigo, el artista Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964) «La G de González no quiero perderla aunque mi padre me lo sigue achacando» asegura. A él, se le sigue conociendo igualmente con esa G, que no deja de ser un halo de misterio más, para el precursor de muchos de los movimientos (incluso seísmos) que han provocado sus trabajos y colaboraciones en torno al flamenco. Actualmente, mantiene una colección ‘Flamenco, Cultura Popular’ desde ‘otra mirá’ que diría Rosalía, en una interesante editorial sevillana Athenaica Ediciones Universitarias. Pedro G. Romero pertenece a la Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos del que también forma parte, El Niño de Elche. Para que se hagan una idea. Controversia, cultura, arte, mestizaje, investigación, y sin dudarlo apostillaría, que buena conversación. Espero disfruten de esta interesante inmersión, como si de un bautizo en el mar se tratara, de la mano del que vive con la curiosidad constante por desentrañar el intríngulis del flamenco.

--¿Qué tiene Rosalía?

--Un talento impresionante. Ella formaba parte del espectáculo ‘JRT’ que yo dirigía y en el que se encontraban, entre otros, Leonor Leal, Alfredo Lagos.., recuerdo el primer día, en el que dejó a todo el mundo impresionado. Cuando salía a cantar todos se le quedaban mirando. Tiene un talento…, Álex Sánchez, de Universal, me mandó un montón de temas de ella y me dijo, con 18 o 19 años que tenía Rosalía, que ella quería que su primer disco fuera sobre La Niña de los Peines. Le dije a Álex que había que cuidarla. Que una chica en vez de estar en ‘O.T’. quisiera ser flamenca, escuchar y estar con flamencos…, y que ahora los flamencos paguen a Rosalía con esa mezcla de envidia y desprecio es lamentable.

--Entre El Niño de Elche y Calixto Sánchez, ¿qué hay?

--Creo que están bastante más cerca de lo que parece en el fondo…, Calixto ha tomado unas posiciones académicas y reaccionarias…, El Niño de Elche se ha formado en la Fundación Cristina Heeren, ha mantenidos sus estudios, su repertorio clásico..., al pobre le preguntaron en una entrevista que qué escuchaba y qué leía, y él decía: a Juan Talega y a Antonio Mairena y se le quedaban alucinados...

--¿Por qué hace lo que hace?

--Una cosa no quita la otra. En la antología que ha sacado, cuando canta la seguiriya de Triana la canta igual que Juan Talega, y la de Caracol igual: toma de modelo a Caracol..., en fin, cuando hice el cartel de la Bienal de Flamenco este año ya me pusieron verde antes de que lo sacara. A él antes de que abre la boca…, yo no tengo redes sociales..., pero a menudo lo que le mandan a él..., y él también se defiende..., El Niño de Elche trabaja el flamenco como aprendizaje e información.

--¿Lo trabaja como un laboratorio creativo?

--El flamenco siempre ha sido un laboratorio creativo. Siempre lo ha sido. Todo arte es un laboratorio. Cuando hablamos de Silverio (Franconetti) como el primero, como si fuera Adán…, él creó un espacio mínimo de autonomía, imprescindible para el flamenco con la creación de los cafés cantantes. Mire, una vez Gamboa me llevó a Osuna a conocer a una aficionado que solo escuchaba la seguiriya de Fernando Terremoto ¡eso si que es radical! Entendí que en las clases populares hay, de forma intuitiva, una experiencia estética radical, y a mí eso es lo que me interesa y me sigue interesando, y al Niño de Elche, también. El Niño de Elche está más cerca de eso, que el quinto de bulerías y tanguitos ‘acamaronao’ que nos venden como flamenquito y las discográficas venden como flamenco. Son los que buscan continuamente el ‘pelotazo’ que ha pegado Rosalía…, y que ellos no consiguen mientras se pasan la vida criticándola. ¡Es que eso no se busca!, lo que hay es que estar conectado con todo eso. A mí me encanta el sonido ‘caño roto’, Las Grecas, Los Chorbos, ¡es que tiene que ser de verdad!, no se puede hacer un ‘temita’ con el productor de moda… y meterse con Rosalía.

--¿Por qué creó la Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos y su posterior colección de libros ‘populares’?

--La constituí, hace varios años, cuando estaba en el Programa Cultura y Flamenco ‘Arte y Pensamiento’ de la Universidad Internacional de Andalucía, UNIA, donde trabajaba para llevar al flamenco más allá, más allá de la danza o la música. Queríamos sumar y renovar los estudios culturales alrededor del flamenco. Creía necesario tener una plataforma donde hubiera otra forma de contarlo. Yo entendía que el flamenco no era solamente un sistema musical o dancístico, sino un hecho cultural total, como dicen los antropólogos, donde creía que el flamenco había sido pionero, dándole una importancia crucial a la sociología y a la antropología, y a su relectura.

--¿Tan necesaria es esa nueva lectura?

--Los supuestos modernistas del flamenco pretenden quitarle esa carga social, el giro etnográfico, como se dice en arte. En el flamenco se da desde el principio, hay que releer eso.

--¿Es una forma de vida el flamenco?

--No es que entienda que el flamenco es una forma de vida particular, sino lo que me interesa, es que toda arte construye una forma de vida. Cualquier tipo de clase cultural artística es una forma de vida. La bohemia, que es el antecedente directo de lo que hoy llamamos las clases culturales, son los que hacen la canción, el cine..., Sus antecedentes se llamaban bohemios en Francia porque fueron los primeros músicos, pintores que hacían esa vida tan semejante a la de los gitanos, que a su vez, vivían en el barrio de La Bohème. Hacían ese mismo tipo de vida que los gitanos.

--¿Qué le llama la atención de esa forma de vida?

--Yo vengo de la tradición del arte plástico y por mi afición he acabado trabajando con ellos, y lo bueno ha sido, cuando empecé a aprender de ellos porque realmente en ellos está ese ADN de una forma de trabajar que está en mi propio trabajo.

--¿Israel Galván le ha amargado la fiesta a los flamencos?

--Hay algunos que disfrutan, pero Israel les saca de sus casillas…hay muchos inteligentes que han intentado aprender lo que Israel quiere enseñarles. Les provoca esos líos porque se ponen en contra, pero no dejan de admirarlo, y yo me llevo ‘guantás’ porque es más fácil dármelas a mí que a él. Galván tiene sus propuestas muy claras y plena autonomía. Él depende de unas decisiones vitales con las que construye.