¿Es posible separar al hombre de su obra y obviar las agresiones sexuales que le reprochan al menos cinco mujeres? Difícil. Sobre todo si el acusado se envuelve con el manto de víctima en su última película para comparar su situación con el encarnizamiento antisemita que vivió el capitán de artillería Alfred Dreyfus a finales del siglo XIX.

J’acusse...! (El oficial y el espía, en España), León de Plata en la Mostra de Venecia, se estrenó el miércoles en las salas francesas en plena polémica y con intentos de boicot por parte de militantes feministas que denuncian la omertá de la industria del cine con su director, Roman Polanski.

La tormenta se desató cuando la fotógrafa Valentine Monnier aseguró la semana pasada en el diario Le Parisien que Polanski la violó en 1975, cuando tenía 18 años, en un chalet de Gstaad (Suiza) al que había sido invitada por una amiga para pasar un fin de semana esquiando. Exmodelo y actriz, Monnier sostiene que fue de una «violencia extrema».

«Me golpeó, me molió a palos hasta que me rendí y luego me violó haciéndome sufrir todo tipo de vicisitudes», relató. Monnier nunca presentó una denuncia y, 44 años después, los hechos habrían prescrito, pero dice que si ha roto ahora su silencio es porque la película de Polanski -que lleva al cine uno de los mayores errores judiciales de la historia francesa- ha hecho aflorar el recuerdo traumático de aquel día. El realizador niega las acusaciones, según ha hecho saber su abogado, Hervé Temine, y se plantea incluso acudir a la justicia.

la quinta denuncia / La francesa es la quinta mujer que declara haber sido agredida sexualmente por el director desde el caso de Samantha Gailey, una adolescente de 13 años a la que habría drogado y violado en Los Ángeles en 1977 durante una sesión de fotos para Vogue.

Para evitar un juicio público, Polanski admitió que había mantenido relaciones sexuales con la niña, aunque negó la violación, y llegó a un acuerdo con la familia. Sin embargo, el juez consideró insuficiente la sentencia, abriendo la puerta a la pena capital. Entonces voló a París huyendo de la justicia norteamericana.

Hasta no hace mucho el realizador contaba con firmes apoyos en Francia. La actriz Catherine Deneuve, quintaesencia del cine francés, es uno de ellos. Pero las cosas podrían cambiar: la Sociedad Civil de Autores, Realizadores y Productores (ARP), que reúne a más de 200 cineastas, se plantea sancionar a los miembros acusados de violencia sexual.