Ser un novelista de género con un batallón de lectores y además haberse ganado el respeto de escritores de la talla de Martin Amis o Saul Bellow no es fácil. Pero para el escritor norteamericano Elmore Leonard, que odiaba los monólogos interiores, las descripciones floridas, los adjetivos innecesarios y los signos de exclamación, lo fue. Dutch --un apodo que adoptó de uno de sus héroes de su infancia, un jugador de béisbol-- falleció ayer en Detroit a los 87 años, tras haber sufrido una apoplejía en julio.

Ahí quedan sus más de 45 novelas del oeste y narraciones policiacas. La prosa esencial, puro hueso, de Leonard bebió de las lecciones de Hemingway, que --¿por qué no decirlo?-- mejoró con un personal y salvaje sentido del humor. Fogueado en las revistas pulp de los años 50, llamó muy pronto la atención de Hollywood, gracias a sus wésterns que se convirtieron en películas memorables como El tren de las 3.10 de Delmer Daves --en el 2007 James Mangold realizó un excelente remake --, Los cautivos de Budd Boetticher o Un hombre de Martin Ritt , a mayor gloria de Paul Newman. Al escritor, que también trabajó como guionista, le gustaba descolocar a los periodistas cuando estos le preguntaban cómo se había documentado a la hora de escribirlas: "Me suscribí a una revista de paisajes de Arizona".

Poco a poco, el interés de Leonard por el género de la frontera fue decayendo --aunque uno de sus últimos trabajos para la televisión, Justified , fuese un wéstern con toques noir -- y dio paso a un estilo de novela negra urbana que le dio una mayor proyección y que él ambientó preferentemente en Detroit, su ciudad, con personajes de ambigua moral. "Los chicos malos son los más divertidos", solía decir.

En los años 90, jóvenes cineastas como Quentin Tarantino o Steven Soderbergh acudieron a novelas del maestro como Rum Punch , que se convirtió en Jackie Brown , y Un romance muy peligroso . Otras de sus obras que llegaron al cine fueron ¡Qué viene Valdez! , Joe Kidd, Mr. Majestyk , 52 vive o muere , El cazador de gatos , Cómo conquistar Hollywood y su continuación, Be cool .

DIRECTO Divertido --o harto-- de contestar una y otra vez a las mismas preguntas, publicó en el New York Times un decálogo que --nunca mejor dicho-- no tiene desperdicio: "No escribas las partes que los lectores se suelen saltar". Y resumió: "Si los diálogos suenan como si estuvieran escritos y no hablados, más vale que vuelvas a escribirlos".