Quizá nos equivoquemos al hablar de las academias televisivas o cinematográficas como si fueran cortes, juntas o parlamentos que se reúnen para debatir sobre el futuro creativo de sus medios y obrar en consecuencia. Pero hablamos de más de 24.000 personas muy diversas, todos ellos profesionales de la industria, que pueden no ver tanta televisión como los críticos o no sentir la misma pasión por verla que los más entregados fans.

Es erróneo leer los Emmy como una señal de la televisión por venir. Es más apropiado leerlos como un recopilatorio de títulos que, por unos motivos u otros, han dejado una huella en la pasada temporada. Y si fuera un recopilatorio musical, en casete, digamos, el de este año sería bastante desconcertante: la cara A estaría llena de agradable pero olvidable pop de los ochenta, mientras que la B sería un cruce de hip hop rabioso y las más ácidas canciones de autor.

EL LADO AMABLE

El lado amable de estos Emmy está representado por 'Schitt's Creek', pequeña comedia canadiense que el año pasado ganó presencia en los premios y que en el 2020 ha sido observada como una especie de milagro en todos sus departamentos creativos. Fue emotivo ver premiados a Catherine O'Hara y Eugene Levy, viejos compañeros en los falsos documentales de Christopher Guest (ya estaban casados en 'Very important perros'), pero tanto premio acabó resultando algo exagerado: ¿Emmy a la mejor dirección de comedia frente a la Gran 'The Great'?

La pasión solo se explica, quizá, por los tiempos raros que nos ha tocado vivir. Es fácil imaginar a los votantes recurriendo a 'Schitt's Creek' para volver a sentirse como en aquellos días en que poner una comedia era como encender una estufa: algo que te hacía sentir mejor con el mundo, entenderte mejor con tu familia y aceptar a tus vecinos. En tiempos como estos, la misantropía de 'Curb your enthusiasm' o la densidad filosófica de 'The good place' parecen más difíciles de abrazar.

EL LADO ATREVIDO

Paradójicamente, los Emmy también se han atrevido a impulsar series de la inquietud de 'Watchmen', una condena del racismo sistémico de EEUU en clave de historia de superhéroes más allá de las leyes de la física y del tiempo, o 'Succession', con la que podemos recordar minuto a minuto que por el mundo pulula gente cuyo nivel de vida es inversamente proporcional a su estatura moral. Cuando los fans y los críticos (que, de verdad, también somos fans) hablamos del futuro de las series, nos referimos a títulos así: narraciones de largo recorrido que ignoran clichés formales televisuales y sirven para cuestionar nuestro tiempo, ya desde la fantasía o el realismo más cruento. Títulos como, por ejemplo, 'Podría destruirte', que ojalá el año próximo arrase como este lo ha hecho 'Watchmen'.

Los premios con resonancias políticas no acabaron, sea como sea, con los dos títulos de arriba: también estuvieron el Emmy (tercero en cinco años) para Uzo Aduba por su papel de la congresista Shirley Chisholm en 'Mrs. America', o el de mejor dirección a Maria Schrader por 'Unorthodox', un relato emotivo sobre la independencia femenina. Alemán, para más señas. Sigamos tirando abajo fronteras y demoliendo muros.