Santiago Segura (Madrid, 1965) es conocido por dirigir y protagonizar la saga Torrente. Un tipo machista, racista y todos los ista que se le pueda añadir. Su última película, Padre no hay más que uno, supone un cambio total de dirección: de Torrente a Javier, un marido-cuñao. Su primera comedia familiar se estrenó ayer en los cines de toda España, y dejará a sus espectadores con un regusto feminista.

-¿Por qué ha decidido hacer una comedia familiar ahora?

-Tengo dos hijas y me preguntaban: «Papá, ¿y tú que haces?», «Todo esto de Torrente, ¿vamos a verlo?». No pueden ver esto. Entonces digo, quiero que la gente entienda que los niños pueden ver mis películas también. La comedia es un género que me encanta, cualquier tipo.

-¿Haría una comedia romántica entonces?

-La haría. De hecho, Sin rodeos era un poquito romántica. Era una especie de comedia romántica de la protagonista consigo misma, que me parecía algo original. Esta también es una historia de amor entre un padre y unos hijos.

-¿Cree que en España hay muchos ‘maridos-cuñaos’ en los que inspirarse?

-Cientos de miles. Es como el clásico que dice «Estos relojes... esta marca es la peor porque no se qué» o «Pues esas gafas ya no están de moda» y te empieza a explicar. Es decir, «¿Pero tú sabes de todo? ¿Te puedes callar un poco?». Además, no lo hacen por ayudar. Ese es el cuñao típico. Luego está el marido-cuñao, cuando está dentro de tu casa y es tu marido. Y que te dice «Si es que... te ahogas en un vaso de agua, cariño, tranquilízate». Y eso... no me digas que no es pa darle.

-Comentaba que este comportamiento no viene de la maldad, sino de la ignorancia.

-La ignorancia no exime de la culpabilidad. Y tampoco me gusta hacer cine adoctrinante, pero con humor se pueden decir las cosas. Creo que mucha gente si lo ve y se ríe, pues luego a lo mejor piensa «Jo, pues es verdad, yo caigo en eso a veces». O sea, yo mismo he hecho la película y reconozco que a veces podría ayudar más en casa. Ya incluso al hablar, al yo decir «ayudar en casa», ya es un error, es que yo no tengo que ayudar, mi obligación es el 50%.

-¿Siempre ha tenido este pensamiento?

-Cuando hice Sin rodeos, en redes alguno o alguna, o algune gilipolles me dijo: «Ah, mira este que es un machista, el Torrente ahora se apunta al carro del feminismo». Ah, ¿qué es un carro el feminismo? Yo toda la vida he pensado que el feminismo es lo que tiene que ser. La sociedad es muy corta, la mayoría. Hay mucha gente muy válida y por eso sobrevivimos.

-¿Ha tomado como referencia ‘La gran familia’, de Fernando Palacios?

-No es una referencia a la película, sino lo que esa película me trasmitía: humor, buen rollo, y no es una línea argumental muy fuerte, sino que es un mosaico de pequeñas anécdotas y cosas cotidianas. Como cuando se perdía el niño en la plaza Mayor y me recordaba a mi infancia. Y digo: «Joder, ¿hoy en día qué película podrían ver mis hijas que dentro de 30 años dijeran, ‘pues mira, me recuerda a mi infancia porque las cosas eran así, la ropa, todo’». La comedia costumbrista siempre me ha atraído.

-Ha cogido muchos tópicos y los ha soltado de forma directa.

-Es que no son tópicos, es la realidad. De alguna forma, lo he puesto en la pantalla con humor, porque es verdad que yo he reflexionado sobre eso. Los niños de antes no iban tanto al psicólogo y se criaban sin Whatsapp. La gente vivía sin móviles ni tablets. No digo que sea mejor ni peor, simplemente es un comentario sobre lo que está pasando y que te puedes reír de que somos muy ventajosos para unas cosas, y somos desastrosos para otras.

-¿Cómo siente al cambiar del personaje de Torrente ahora al de Javier?

-Para mí fue muy difícil. Torrente es excesivo, es muy fácil porque es una caricatura. Javier era una persona que existe, quería hacer algo más naturalista. Y, sobre todo, quería que los padres se identificasen conmigo, las madres con las madres y los niños con los niños. Torrente, siempre lo digo, no es una película de identificación. Por ejemplo, si alguien me dice «Torrente soy yo», le digo «pues mira, ahí hay un psiquiatra». Es otro tipo de comedia.

-Tanto su nueva película, ‘Padre no hay más que uno’, como la anterior, ‘Sin rodeos’, siguen una misma temática: la liberación de una mujer.

-Uno de los días que más me cabreé fue en Zaragoza, precisamente, cuando presenté Torrente. Había en la sala un periodista argentino que me dijo «Su película es un poquito misógina, la imagen de la mujer es terrible, todas son prostitutas...». Y yo le dije «¿Y la imagen del hombre? Alcohólicos, retrasados mentales, machistas... Seré misántropo en todo caso». Yo en el feminismo he creído desde pequeñito a pies juntillas. De verdad, no me cuesta trabajo hacer películas... es que no he cambiado el chip, es que el chip es el mismo.