El escritor británico John Le Carré denuncia en su última novela, La canción de los misioneros , la explotación por Occidente de las riquezas de Africa y aventura que los conflictos mundiales por los recursos se pueden convertir en un filón literario como lo fue la Guerra Fría, según dijo.

Desde la primera página, en la que aparece una cita de Joseph Conrad, Le Carré rinde homenaje a uno de sus maestros, junto con Graham Greene.

"Conrad percibió que el Congo era el teatro de la monstruosidad, una tragedia colectiva humana, el infierno de la explotación belga para satisfacer la ambición y la avaricia del rey Leopoldo, y, aunque los belgas se fueron, Occidente continúa con esa explotación del quizá más rico territorio en minerales", dice.

INTEGRACION El autor de El espía que surgió del frío percibe tres grandes temas "imposibles de resolver" en su novela: "la difícil integración de las personas de color distinto en nuestras sociedades blancas, la búsqueda constante de los recursos de la tierra para alimentar las adicciones y hábitos de Occidente y la limitación creciente de las libertades en nombre de la guerra contra el terrorismo".

Más radical y crítico que nunca, Le Carré, que votó a Tony Blair, habla de la necesidad de la salida del Gobierno del líder laborista porque "ha cometido el delito supremo de un gobernante: llevarnos a una guerra sobre la base de mentiras y contra la voluntad del pueblo". Con un Gobierno de Gordon Brown, añade, el Reino Unido saldrá de Irak antes que Estados Unidos, pero "el resto del problema continuará durante generaciones" ya que "se ha creado el caldo de cultivo para el terrorismo".

El protagonista de La canción de los misioneros (Areté) es Bruno Salvador, Salvo, un joven lingüista, hijo de un misionero irlandés y de la hija de un jefe tribal congoleño, que está casado con una periodista de una familia aristocrática británica.

Salvo es reclutado como intérprete en el Congo por los organizadores de un golpe de Estado, detrás del cual están los servicios secretos británicos.

Con Salvo, Le Carré comparte "una infancia disfuncional, una sensación de alienación, de vivir en territorio enemigo y un deseo de subordinarse a una autoridad creíble ante la búsqueda constante del padre o los sustitutos paternos". El escritor inglés optó por la voz de la primera persona porque quería "una perspectiva inocente y cándida".

Le Carré vuelve a recurrir a una historia de amor como en El jardinero infiel , y sitúa a Salvo en una paradoja entre dos polos opuestos: "esposa blanca y amante negra".

Admite que los problemas que aquejan a Africa proceden del período colonial y cree que aún es pronto para hablar de responsabilidades de los propios africanos, aunque muchos gobiernos han sido presa de una "corrupción masiva".

Africa debe gobernar Africa, señala Le Carré, para quien el futuro del continente no debe ser determinado por una globalización y explotación aleatorias.