La vida y, especialmente, la trágica muerte de Federico García Lorca ha dado para investigaciones rigurosas, mitificaciones fantasiosas y chascos garrafales.

El último se abrió y cerró en diciembre del 2009, en Alfacar, Granada, en la fosa donde debían de encontrarse los restos mortales del poeta según su confeso enterrador, Manuel Castilla, a quien creyeron primero el escritor y biógrafo norteamericano Agustín Penón y, más tarde, Ian Gibson, que ha dedicado al poeta 45 años de su vida como historiador y es hoy, pese a quien pese, uno de sus más reconocidos especialistas. Ya es sabido. En la zona indicada de Alfacar no se encontró la menor huella de los restos.

Dos años más tarde, cuando, se cumplen 75 del fusilamiento del poeta, que Gibson sitúa en las primeras horas del 18 de agosto, un libro, Las trece últimas horas en la vida de García Lorca (La esfera de los libros), del historiador Miguel Caballero Pérez, vuelve a la carga arrojando una nueva luz tanto a las motivaciones que llevaron a la detención y muerte del poeta como a la propuesta de una nueva localización de su lugar de ejecución y enterramiento, curiosamente, no muy lejos de donde se excavó sin resultados.

El lugar es el llamado Peñón Colorado, concretamente frente a un cortijo que aún existe llamado Gazpacho.

LOCALIZACION En buena ley, el nuevo emplazamiento no es un descubrimiento en un sentido estricto porque ya el periodista granadino Eduardo Molina Fajardo en su libro Los últimos días de Federico García Lorca , publicado póstumamente en 1982, apuntaba a ese lugar.

¿Por qué no prosperó en su momento esa línea de investigación? Caballero da una interpretación de carácter ideológico. La izquierda española adoptó a García Lorca como uno de su grandes mitos durante la transición y el estudio de Molina Fajardo, hombre del régimen franquista, no fue considerado.

Una lástima, según Caballero, porque "consiguió información y confidencias de primera mano, primero, por ser el director de un periódico falangista granadino llamado Patria y segundo, porque al pertenecer a Falange Española podía lograr, por ejemplo, el valioso y verídico testimonio de su amigo y correligionario Nestares"

FALANGISTA Y CAMPESINO Y José María Nestares, jefe del destacamento de Víznar, es la pieza clave. A esa declaración se une la de Joaquín Espigares, falangista y campesino de Víznar, que en 1970 dio el "testimonio más fiable y exhaustivo".

Caballero utiliza como base el estudio de Molina Fajardo, pero en su libro comprueba uno a uno todos los datos que aparecen en aquel ensayo.

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